Hace casi un año y medio que se desplomó la techumbre de la iglesia de San Juan Bautista de Huaral, aunque el edificio sigue en pie; sin embargo la autoridad eclesiástica competente lo tiene a la intemperie, con grave riesgo al interior por las lloviznas, contraviniendo las disposiciones de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia (anteriormente Comisión para la Conservación del Patrimonio Artístico e Histórico, creada por San Juan Pablo II en 1988), que indica que con esta institución «(…) se trata de conservar la memoria del pasado y de tutelar los monumentos visibles del espíritu con un trabajo detallado y continuo de catalogación, mantenimiento, restauración, custoria y defensa» (San Juan Pablo II, L’Osservatore Romano, Septiembre de 1997, p. 7).
El comité pro templo, apoyado por el Obispado de Huacho, desea derribar el inmueble y construir uno nuevo, para lo cual solicita su desafectación cultural con el argumento de las varias refacciones que se han llevado a cabo a lo largo de la historia, lo cual se basa en la absurda percepción de que los monumentos son «fósiles» o «reliquias» inmunes a los avatares del tiempo o a las necesidades de las personas que los crean e interactúan con ellos.
Además el documento «Memoria Sustentatoria: Retiro de la condición de Patrimonio Cultural de la Nación de la Iglesia San Juan Bautista de Huaral», remitido al Ministerio de Cultura, sólo cita remodelaciones que tuvieron lugar antes de que la parroquia fuera declarada Monumento mediante Resolución Jefatural Nº 159 de 22 de marzo de 1990.
La actual parroquia de San Juan Bautista es un hito en la identidad los huaralinos, un punto de referencia en sus vidas; un palimpsesto arquitectónico que refleja tantas viscisitudes históricas como cualquier edificio peruano; antiguo: por eso pedimos al Ministerio de Cultura que no le retire la condición de Patrimonio Cultural de la Nación y que impulse su pronta restauración y puesta en valor.
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