Todo era dirigido desde el penal: la selección de la víctima, el reglaje a ésta y a sus familiares y, finalmente, la llamada telefónica para la extorsión. De esta manera operaba una organización criminal en la capital, al mismo estilo de las mafias que acechan ciudades como Trujillo y Chiclayo.
Fue la valiente empresaria Mery Francisco Álvarez quien permitió poner al descubierto esta agrupación criminal, que era dirigida desde la cárcel de Huacho.
Ella denunció ante la División de Investigación de Secuestros (Divise) de la Dirincri que había recibido amenazadoras llamadas telefónicas en las que le detallaban la rutina de su hijo Alexis Rodríguez (18) y le decían que si no pagaba S/.4 mil, lo iban a secuestrar.
A través de las investigaciones policiales se determinó que quien hacía las llamadas era el delincuente Andy William López Orellana, recluido en el penal Carquín de Huacho por el asesinato de otra empresaria en Huaral, identificada como Jenny Ghiggo.
LA EXTORSIÓN. El criminal operaba con el también recluso Luis Enrique López Cabana y al menos otros ocho maleantes, quienes en la calle hacían el reglaje a sus víctimas. Finalmente, les pedían a estas últimas hacer los depósitos en la cuenta bancaria de su cómplice Cristina Ruiz Puce.
Esta mujer posteriormente transfería el dinero a la madre del cabecilla de la organización, Agripina Orellana Colán, quien vive en Huaral.
De acuerdo con las pesquisas, habría al menos 12 agraviados por esta mafia, entre ellos la también empresaria Ana Sandoval Osorio.
Las pesquisas
La Segunda Fiscalía Provincial Mixta de Puente Piedra denunció a los hampones ante el Juzgado Penal de Lima Norte por los delitos de extorsión agravada y asociación ilícita para delinquir. A estos delincuentes les correspondería una pena de entre 15 y 25 años de prisión efectiva. Para el esclarecimiento de este caso se solicitó el levantamiento del secreto bancario, reserva tributaria y de las comunicaciones de los investigados.
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