Escuchamos a quién, muchos, ya lo consideran el reemplazante impostergable de Jaime Uribe Ochoa, expresar, en una entrevista radial, que: «si llego a ser alcalde, Huaral tendrá un nuevo amanecer».
Una frase que suena bonita a estas alturas, cuando el desánimo cunde entre quienes mantenían la esperanza de un cambio de rumbo en la gestión, como consecuencia de las condenas recibidas por el actual mandatario municipal.
Pero, como todo hace parecer, que no va a ser así; porque aún persisten, dentro de la municipalidad, asesores y funcionarios de méritos sospechosos, elucubradores profesionales de componendas y conspiraciones de estructuras chismosas. Es decir, el uso expeditivo de las taras humanas, todavía tienen un buen discurrir dentro de la municipalidad. Todo ello supervive, no hay cambios.
Es entonces cuando el dichoso enunciado «groveriano», espetado a través de un medio radial, debe de haber servido para que algunos vuelvan a creer, que Huaral puede ser una provincia viable, con el declarante como constructor afanoso, de una gestión municipal transparente. Algo que siempre se pide, sin saber, a ciencia cierta, en que consiste.
Solo que, paralelo a esta prometedora declaración de amaneceres nuevos, ha empezado la recarga de retretes con mísiles de estreñimientos vencidos. Las ciénagas aumentan su stock en previsión de futuras demandas y los degustadores de inmundicias inician, ya, sus jolgorios. La subasta de lenguas en alquiler ya se inició, con un solo ambicioso postor.
La penumbra, en que nos encontramos, parece indicar que vamos hacia noches más oscuras. Más tenebrosas.
Por: Luís Guerrero