La vida no siempre le presenta oportunidades a las personas para demostrar su real valía, por lo cual, creemos que la Vacancia al cargo de alcalde provincial que le ha impuesto el Concejo de Regidores de la Municipalidad de Huaral, a Víctor Bazán Rodríguez, muy bien, él podría considerarlo como una suerte de designio que le permita demostrar de que está hecho.
Después de conocida la noticia han empezado las especulaciones de lo que vendrá después, algunos entendidos en leyes consideran que esta vacancia no va a prosperar cuando se encuentre en manos del Colegiado del JNE, por la carencia de un sustento jurídico que permita ratificar lo que han decidido los regidores huaralinos.
Este modesto servidor, neófito en leyes pero experimentado espectador de interpretaciones legales al gusto del mejor postor en los tribunales judiciales, no le va a ser extraño, si es que, se le confirma la vacancia al buen Bazán Rodríguez, víctima de sí mismo y de un entorno que el común de los huaralinos no sabe de donde apareció y, por el acontecer, ni el mismo alcalde vacado lo sabe.
Quizás tengan razón quienes defienden la tesis de la carencia del sustento jurídico, pero, hay algo que es innegable, el sustento moral que el hecho de la vacancia contiene y allí se encuentra la gran oportunidad que tiene Víctor Bazán Rodríguez para salir airoso de ese trance; trance que el mismo se lo buscó y lo trabajo a brazo partido con un esfuerzo digno de mejores causas, pero lo hizo y, aquí, ya están las consecuencias: la imagen de una persona con problemas de inmadurez emocional que lo han convertido en un practicante a destajo del culto a la personalidad con sus sempiternos acompañantes, la soberbia y la vanidad.
Si, Bazán Rodríguez, en un acto de cordura decide recuperar algo de su nombradía, podría, muy bien, aceptar la decisión del Pleno del Concejo Provincial de Huaral como un fallo definitivo y no recurrir a otras instancias en busca de revertir su situación de vacado.
Tenemos la plena seguridad que esa actitud lo presentaría ante la población de Huaral como una persona que, en verdad, deseaba hacer algo por la provincia, pero que, por su inexperiencia fue fácil presa de los intereses nada honestos que siempre pululan por los gobiernos de cualquier nivel, en búsqueda de algún gobernante desprevenido y en proceso de aprendizaje.
El reconocer errores es de gente con un soporte moral y ético del más alto nivel, quien, es capaz de dar un paso al costado como una forma de demostrar que la grandeza espiritual no le es ajena, se hace merecedor del mayor de los respetos.
Don Víctor Bazán Rodríguez, con las acciones que tome en los próximos días, dará a conocer cuáles son sus verdaderas intenciones, si, la de ser considerado un aspirante a la nobleza que da la dignidad o, la de seguir siendo para el pueblo de Huaral, un advenedizo que, por accidente, llegó a convertirse en alcalde y que no desea desaprovechar su “buena suerte” sacando el mayor rédito posible al cargo que aún ostenta.
Parece imposible que suceda lo primero, pero lo imposible es posible cuando el hombre se da cuenta de cuánto vale su honor. Víctor Hernán Rodríguez, muy bien, podría sorprendernos ¿Querrá hacerlo?
Por Lucho Guerrero