Terminamos la anterior nota manifestando que: si las circunstancias lo ameritaban escribiríamos una tercera. Una de ellas se presentó antes de lo que habíamos previsto y aquí nos tienen haciéndoles una nueva entrega, que esperamos sea la última de la serie, S.E.ù O. Resulta que nos vemos obligados a dejar en claro sobre nuestra participación en la leyenda insertada en la ilustración que se ha publicado en “EL REPORTERO”. Nosotros solo entregamos el artículo y los editores del periódico realizan las ilustraciones que creen pertinentes y necesarias, sin hacernos consulta alguna al respecto. Cosa que no creímos necesario exigir, porque, en el tiempo transcurrido, casi siempre las que hicieron complementaban muy bien con las notas. Algo que, al parecer, no ha sucedido con la del CIRCO DE ILUSIONES (II), y lo decimos, por las llamadas de atención que hemos recibido de algunos gentiles lectores de nuestra columna. Según ellos, la frase de: “Políticos serán los payasos de la función”, les ha parecido desafortunada y agraviante. Si consideramos que el lector es un cliente del periódico y según los cánones del marketing: “ellos siempre tienen la razón”; lo que nos exige aceptar las críticas que es menester, también decirlo, han sido bastante mesuradas y educadas.
Podemos asegurarles que en ningún momento ha sido nuestra intención, contaminar el sacrificado y honorable oficio de los saltimbanquis. Esa variedad de insensatez no la utilizamos muy continuamente. Así que, señores payasos, deben de estar tranquilos, porque al menos, por nuestra parte, no iniciaremos alguna propuesta malsana que incentive el inicio de una campaña propugnando que los políticos ocupen sus puestos, que tan dignamente se lo han ganado. Nadie como ustedes para arrancarnos una sonrisa o una carcajada con sus trajes, gestos y ademanes chocarreros. Son incomparables e insuperables en esa labor y, si los buscadores de poder político, tratan de imitarlos es porque creen que de esa manera lograrán llegar al corazón del pueblo. Lo que ellos no saben es que, en el arte de hacer reír, lo importante es la seriedad. Que el payaso cumple su papel sin importarle el drama propio, solo le importa la tristeza ajena. Alegrar la vida de sus semejantes, es su política. ¿Podrán decir y hacer lo mismo los practicantes del politiqueo? Ojala la respuesta fuera si, pero la respuesta debe de estar ajustada a la verdad y, la verdad, es que, al campo de la política, cada día, asisten menos a sembrar, los más, acuden a cosechar.
Con lo expuesto queda claro que fue un desprevenido y lamentable error esa leyenda. Esperamos que los profesionales de la gracia y del humor sepan disculparnos. Y que, los nuevos practicantes del arte menor de politiquear, trajinados y por trajinar, practicantes de fingimientos e imposturas no se sientan tan ofendidos. Caso contrario sería un mal chiste.