A finales de noviembre de 1820, se encontraba en Chancay el general realista Jerónimo Valdez junto con su caballería y el batallón Numancia, mientras que San Martín se establecía en Huaura. Inmediatamente el libertador ordenaría que el coronel Rudecindo Alvarado pasara a Sayán, para de allí enrumbar a la sierra a fin de encontrarse con Álvarez de Arenales. Enterado de esta maniobra, Valdez y sus fuerzas se dirigieron a Sayán creyendo poner una cuña entre Alvarado y San Martín, marchando a la vanguardia de dicha fuerza el Numancia.
Cuando Alvarado se encontraba cerca de Chancay, el 28 de noviembre se produce las primeras deserciones en el Numancia, aunque fueron mínimas, reflejaban el desánimo de las tropas, azuzadas por los agentes patriotas. De aquel pueblo del norte chico, Valdez se dirigiría hacia el sur con dirección al campamento de Aznapuquio en las afueras de Lima–hoy distrito de San Martín de Porres– donde el virrey Pezuela había acantonado a su ejército, dejando en Palpa al Numancia para que cubriera su retirada. Este último se movilizaba de noche, a fin de descansar en el día y evitar el desgaste marchando sobre los arenales bajo el sol abrazador.
Pero grande sería la sorpresa de Valdez y del mismo virrey al conocer la noticia que los hombres que componían el Numancia, la noche del 2 de diciembre decidieron pasarse a las filas del Ejército Libertador, no sin antes tomar como prisioneros a los oficiales que se mantenían leales a la corona española. Aquella noche, los capitanes Thomas Heres y Ramón Herrera, apoyados por otros oficiales, apresaron a su superior y jefe de dicho batallón, el coronel Ruperto Delgado, junto con otros que no apoyaban la insubordinación, poniéndolos bajo fuerte custodia. Días después, Heres y todos del Numancia –con sus respectivos armamentos– se presentarían ante San Martín en su cuartel general de Huaura, siendo recibidos en medio de abrazos y honores militares. Este acontecimiento, permitió a San Martín aumentar su fuerza con un batallón veterano y debilitó en igual medida a los realistas, que finalmente abandonaron Lima. Al momento en que el Numancia se pasó a los patriotas en el puente de Huaura, contaba con 996 plazas, de las cuales 671 eran venezolanos y 325 peruanos.
La defección del Numancia provocaría el motín de Aznapuquio contra Pezuela. Cuando Simón Bolívar llegó al Perú, llamaría a los del Numancia “Voltígeros de la Guardia”.