Luis Ortiz fue al médico por un intenso dolor de cabeza, además de mareos, y quedó desconcertado cuando le dijeron que le quedaban 30 minutos de vida. Sucedió en California, Estados Unidos.
El neurocirujano Soren Singel realizó un escáner cerebral al joven y descubrió la presencia de una larva de lombriz, que había crecido dentro de un quiste y estaba cortando la circulación, así como el flujo de agua en el resto de su cerebro.
“El doctor lo sacó y dijo que todavía se estaba moviendo y pensé que eso no sonaba muy bien”, comentó el muchacho atendido en un hospital de la ciudad de Napa.
Los quistes de larva en el cerebro aparecen después de que una persona ingiere huevos microscópicos que pasan en las heces de una persona que ha tenido lombriz solitaria, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU.
Dentro del organismo, las lombrices salen del huevo y pueden hacer su camino hasta el cerebro.
Al año un promedio de mil personas sufren esta enfermedad llamada neurocisticercosis. Ortiz se sometió a la operación en agosto y está en proceso de recuperación.
“Estoy muy agradecido de estar con vida porque, de haber esperado un poco más, probablemente no estaría ahora aquí”, dijo a la cadena televisiva CBS.
Muy pronto espera volver a seguir su carrera en la Universidad de Sacramento.
La República
