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Rúpac «La ciudad de Fuego»: El mejor destino para escapar durante el fin de semana

Rúpac, un sitio arqueológico ceremonial que data de tiempos preincaicos, ubicado en el distrito de Atavillos Bajo, en la provincia de Huaral, te hará perder la cabeza con su majestuoso espectáculo de estrellas al caer la noche y sus rojizas puestas de sol. Este destino, sin duda, tiene que ser parte de la lista de todo aventurero.

Con mucho entusiasmo y todas las ganas de explorar, nos embarcamos en un viaje con destino a la ciudad de Huaral, con el único propósito de conocer “La Ciudad de Fuego» (Rúpac) ubicado en esta provincia. A tan solo 2 horas de Lima, y a 154 metros sobre el nivel del mar, tomamos la vía Panamericana Norte con destino a lo que sería la aventura de nuestras vidas.

El trayecto para salir de Lima fue monótono, pero al llegar a Huaral, comenzamos a notar la diferencia, sobre todo, en lo despejado que estaba el firmamento. Hicimos una pausa por la zona para enrumbarnos a otro trayecto de la misma duración, pero este con dirección a San Salvador de Pampas, a quien se le conoce bajo el alías de “el pueblo fantasma”. Este apelativo, no es gratuito, ya que como todo pueblo, esconde detrás una historia.

RÚPAC LA CIUDAD DE FUEGO 

Rúpac, un sitio arqueológico ceremonial que data de tiempos preincaicos, ubicado en el distrito de Atavillos Bajo, en la provincia de Huaral, te hará perder la cabeza con su majestuoso espectáculo de estrellas al caer la noche y sus rojizas puestas de sol. Este destino, sin duda, tiene que ser parte de la lista de todo aventurero.

Con mucho entusiasmo y todas las ganas de explorar, nos embarcamos en un viaje con destino a la ciudad de Huaral, con el único propósito de conocer “La Ciudad de Fuego» (Rúpac) ubicado en esta provincia. A tan solo 2 horas de Lima, y a 154 metros sobre el nivel del mar, tomamos la vía Panamericana Norte con destino a lo que sería la aventura de nuestras vidas.

El trayecto para salir de Lima fue monótono, pero al llegar a Huaral, comenzamos a notar la diferencia, sobre todo, en lo despejado que estaba el firmamento. Hicimos una pausa por la zona para enrumbarnos a otro trayecto de la misma duración, pero este con dirección a San Salvador de Pampas, a quien se le conoce bajo el alías de “el pueblo fantasma”. Este apelativo, no es gratuito, ya que como todo pueblo, esconde detrás una historia.

“En busca de tierras más fértiles nuestra comunidad abandonó este pueblo, para mudarse a La Florida, otro pueblito que está a 20 minutos de aquí”, nos comentó, Humberto Condorí, el conductor del bus, de unos 40 años aproximadamente.

Y fueron los 3,044 metros de altura y la inexistente señal, quienes nos indicaron que por fin habíamos llegado a San Salvador de Pampas, el último trayecto que realizaríamos en auto. Aprovechamos unos minutos para tomar fotos de los paisajes y usar los SS.HH, mientras que a lo lejos escuchábamos regocijos y fuertes zapateos.


Toda esta algarabía se debía al 23 aniversario de Rúpac, tras haberse proclamado patrimonio cultural de la nación. Aparentemente deshabitado, Pampas nos recibe con su mejor cara y los ánimos se sienten. Nos sorprenden al recibirnos con bellas danzas y platos locales como la mazamorra de calabaza, el chancho al palo, la chicha de jora, el mishqui y el caldo de mote. Una fusión de sabores que hicieron estallar a nuestro paladar.

Antes de que el sol se escondiera y que las estrellas hicieran su imponente aparición, habíamos decidido quedarnos a acampar en la casa de unos de comuneros de pampas, quien nos ofreció alojamiento. Mientras contemplábamos, probablemente, uno de los mejores atardeceres que jamás vimos, comentábamos entre risas el gran recorrido que nos esperaba mañana.

De camino al Santuario de Rúpac

Sabíamos que al día siguiente nos esperaba una desafiante caminata de aproximadamente 3 horas para llegar a la cima, donde se encontraba, esta joya arquitectónica. Así, a las 5 de la mañana, despegamos los ojos y en menos de 20 minutos ya estábamos rumbo a las ruinas junto con los burros de carga. Conforme íbamos subiendo los msnm iban aumentando y la extenuación se volvía excusa para tomar un descanso.

La vegetación junto con las hermosas flores locales tales como el guayrur y la vira vira, fueron quienes nos acompañaron nuestra travesía a la cima. Conforme avanzábamos, la sed nos envolvía en espejismos, pero esta jamás venció.

Si bien la señalización del camino nos indicaba cuántos kilómetros faltaban para llegar, estos indicadores sólo servirían de combustible para nuestra osada voluntad. A mitad de camino pudimos admirar a lo lejos a Marca Kullpi, que se encuentra frente a la edificación principal del recorrido, esta era una señal de que estábamos próximas a arribar.

Sin aliento y con el corazón en la boca, logramos llegar a La Ciudad de Fuego, una vez ahí, empezó nuestro extenso recorrido sobre cada una de las chullpas y culpis pre incas, en donde pudimos encontrar restos de huesos humanos y ofrendas contemporáneas (caramelos de limón,hojas de coca,cigarrillos, entre otras cosas).

Del mismo modo, comprendimos que el nombre acuñado a dicho complejo no era una clase de suerte,Rúpac proviene del Aymara “Lupac” (Llamarada roja), pues el color rojizo de la construcción fusionado con el color intenso del atardecer, te dará la sensación de que estás en una ciudad que está llamas.

Si bien esta caminata a pie fue la más desafiante fue, también, la más gratificante. Definitivamente, es una experiencia única en la que solo tendrás que procurar escoger a un intrépido compañero que te acompañe en tremenda hazaña.

Dato: En caso tengas mucho equipaje, podrás pedirle a los comuneros de Pampas que te den un servicio de carga por acémila (burro)

Valery Díaz-ANDINA

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