El derrame de petróleo que viene afectando a todas las costas del norte chico del Perú, y que sin lugar a dudas es responsabilidad de la empresa Repsol, no está siendo evaluado en su exacta dimensión. La afectación no solo alcanza a la flora y fauna marina.
Entre las víctimas de esta irresponsabilidad, están los pescadores, la inmensa población que consume los productos del mar, todos los negocios que se desprenden de esos productos, como las cevicherías y marisquerías, que por centenares se encuentran en esta zona costera de nuestro litoral.
Las autoridades locales y regionales brillan por su ausencia y parece ser para ellos un tema remoto. Nadie habla de activar el seguro millonario que las empresas petroleras tienen para estas contingencias, que servirán para atender las necesidades de miles de trabajadores que se verán afectados por esta hecatombe ecológica.
En nuestro ámbito regional no hemos visto un pronunciamiento de nuestro jefe de la Diresa, advirtiendo a las personas que en esta temporada veraniega ni en lo que resta del año, podrán asistir a las playas, bajo riesgo de contraer enfermedades alérgicas que ya casi todos tenemos a raíz de la pandemia.
Es necesario un inmediato pronunciamiento de regidores, alcaldes, gobernadores, congresistas y las propias autoridades del gobierno central, sobre la gravedad del asunto y sus propuestas de solución.
