Incapaz de soportar la idea de que lo estaba perdiendo todo, debido a la incautación de sus productos de venta, una humilde vendedora ambulante de Chancay, perdió el conocimiento, luego de llorar y pedir infructuosamente que le sea devuelta su mercadería, con la que se gana la vida y enfrenta la dura pandemia y cuarentena.
Como se ha repetido innumerables veces, este es el punto de quiebre que la mayoría de las autoridades no entiende y no han sido capaces de encontrar una solución, pues al margen de las normas, para un gran sector de la población, la consigna es una sola: Vender o morir de hambre.