Mongolia tiene un récord extraordinario: desde que empezó la pandemia, no ha registrado ni un solo caso de transmisión local de covid-19 y ninguna muerte atribuida a esta enfermedad.
Estar pegado a China, donde se identificó por primera vez el virus que ha sacudido el planeta, lo convirtió en un país vulnerable y tiene estrechos lazos con Corea del Sur, que experimentó uno de los primeros grandes brotes tras Wuhan y donde hay una población relativamente grande de trabajadores migrantes mongoles.
Dr. Manolo Fernández: “Hoy en día nadie debe morir de COVID. Invoco el uso de Ivermectina”
Pero la pequeña Mongolia, de 3.2 millones de habitantes, actuó rápido, de forma contundente y holística: En enero del 2020, en China se empieza a confirmar lo peor. En Ulán Bator (capital de Mongolia) reciben las noticias de su vecino del sur y no se la juegan: Cierre de escuelas (desde el 24 de enero), restricciones de movimiento desde China (desde el 31 de enero) y posteriormente cierre total de fronteras y suspensión de todo viaje aéreo internacional, ferroviario o por carretera.
A ello, se sumó otra medida sin precedentes y controvertida: la cancelación de las celebraciones por el Tsagaan Sar, el Año Nuevo lunar mongol. Como resultado de estas medidas tempranas, el país fue capaz de ganar un tiempo muy valioso para fortalecer su sistema de preparación.
Las claves son claras: medidas tempranas y firmes, pero también un sistema de rastreo de casos para detectar los contagios lo antes posible, ubicar los contactos de estos y frenar la transmisión con la participación ciudadana.
Por la capacidad del sistema sanitario de Mongolia, tanto el gobierno como el público han estado muy preocupados por el virus y la gente ha cumplido de manera obediente con todas las medidas: El uso de mascarillas y el lavado de manos, ayudaron inmensamente a contener la propagación de la covid-19. También supusieron la drástica reducción del número de casos de gripe y otro beneficio inesperado, fue la caída de infecciones gastrointestinales entre los niños.
El primer caso de covid-19 se detectó en Mongolia a principios de marzo, un ciudadano francés que viajó al país vía Rusia y que se recuperó satisfactoriamente. Desde entonces y hasta este 14 de julio, se habían registrado 243 casos, todos ellos importados.