Por: Giuliana Rivera Farfán – Psicóloga
Algunos me preguntan sobre el empoderamiento y otros me dicen hay que empoderar a las niñas y a las mujeres. ¡Las mujeres tienen que ser fuertes! Pero, ¿qué es ser fuerte? ¿a qué le llamamos empoderar? ¿cómo se hace? cómo se logra? Vayamos desde la infancia hasta la etapa adulta y de adentro hacia fuera.
En casa, lugar donde las niñas deben sentirse protegidas, respetadas y amadas, los cuidadores deben poder escucharlas, hacer que se sientan comprendidas y respaldadas. ¿Cuántas veces nuestras hijas nos han contado algo que nos ha parecido “cosas o temas de niñas” y hemos desatinado a responderles? ¡Ay, eso no es nada!
¿Qué nos pasó ahí? Les cuento, como adultos: por cansancio, estrés o por tener que atender muchas cosas a la vez, no logramos ponernos en el lugar de la niña e inconscientemente comparamos todas nuestras responsabilidades y problemas con los de ella, desacreditando y de alguna manera ridiculizando o menospreciando lo que ella nos contó. Cuando esto ocurre, el mensaje que transmitimos es: “lo tuyo no es importante, no creo que eso que me cuentas te esté afectando”. Obviamente si hacemos esto nuestras hijas no querrán contarnos lo que les pasa.
Debemos trabajar en casa para brindarles un ambiente, en la medida de lo posible, confiable y estable. Donde exista una comunicación fluida y respetuosa; y donde puedan expresar sus sentimientos de amor, fastidio, pena, etc. sin sentirse juzgadas o rechazadas sino más bien entendidas, miradas y con la predisposición de los cuidadores de buscar soluciones a lo que les ocurre: ¿Y sino se me ocurre una solución en ese momento? Un abrazo honesto calmará la situación y las posibles soluciones llegarán pronto.
No les digamos a nuestras hijas que podemos hacer TODO, porque eso no es verdad. Cuando desde pequeñas les decimos que somos invencibles les estamos creando una fantasía “a lo cuento de hadas”. Ustedes me dirán ¿qué tiene eso de malo?
Ahí voy, lo malo viene cuando se encuentran con la realidad y se dan cuenta que no pueden todo y sienten que han fracasado o sienten que han decepcionado a sus madres porque ellas sí pudieron con “TODO”. Lo importante en este punto, es enseñarles lo valiosas que son reconociendo sus capacidades y potencialidades, con ello les estarán brindando herramientas para lidiar con la frustración.
¡No me he olvidado de aquello de ser “fuertes”! Muchos piensan a la fuerza como la fuerza física o la tensión de la competencia eterna con los hombres, en lo físico y en todos los aspectos. ¡Nada más lejos de la realidad! Se tratará entonces de apostar a conquistar terrenos que nos han sido denegados y que actualmente, debido a la lucha por la igualdad, ya podemos reivindicar.
Considero que una mujer debe de aprovechar cada momento para hacer y actuar de la manera en que una se sienta cómoda, siendo consciente de sus propios derechos y reconociendo los del otro, auto conociéndose y sabiendo lo que le agrada y lo que no, siendo capaz de reconocer sus capacidades y limitaciones para poder trabajar en ellas con el fin de mejorar, ser capaz de tener una voz que pueda decir SI o NO, que pueda apropiarse de su cuerpo y que pueda expresarlo por medio de diferentes formas y atuendos que desee, con tal de que brille de adentro hacia fuera porque esa es, para mí, la única forma auténtica, fuerte y duradera en que podremos expresar el amor y respeto que nos tenemos y podemos dar.