El nivel de contaminación de nuestros ríos es alarmante. De los mil siete que hay en el país, el 50% está en mal estado y el consumo de sus aguas ya significa un serio problema para la salud.
Las principales fuentes contaminantes son las aguas residuales provenientes de los pueblos, los relaves de la minería formal e informal, agroquímicos de la agricultura y residuos sólidos.
Según un informe de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), 800 municipalidades vierten anualmente alrededor de 1.2 hectómetros cúbicos (hm3) de aguas residuales a los ríos. Cien mil mineros formales e informales vierten 3 mil toneladas de mercurio al año. Cien mil industrias descargan a las cuencas. Un millón de hectáreas agrícolas generan aguas de retorno con agroquímicos de alta toxicidad, como insecticidas, pesticidas, plaguicidas y herbicidas. Estas sustancias deterioran la calidad del agua y la hacen no recomendable para el consumo humano.
El agua pura que procede de la lluvia, antes de llegar al suelo ya recibe su primera carga contaminante, pues se impregna de sustancias, como óxidos de azufre y de nitrógeno que la convierten en lluvia ácida.
En Huaral el agua que bebemos procede del río Chancay, que desde sus orígenes cuenta con varios afluentes que recogen los desechos de las poblaciones altoandinas. Contamos con empresas que sin lugar a dudas contaminan el agua, como Santander, Volcan, Sinersa y muchas otras empresas mineras que ya cuentan con autorización para la explotación.
A lo largo de la cuenca tenemos una enorme cantidad de valles que practican la agricultura con agroquímicos y eso deteriora el agua que consumimos en la parte baja.
Mucho se ha mencionado acerca del incremento de enfermedades como el cáncer al colon, la leucemia, los males respiratorios que ahora padecen nuestros niños y una serie de afecciones e intoxicaciones que padece nuestra población.
¿Cuántos de estos males tienen su origen en el agua que tomamos?.
La contaminación es controlable mediante plantas depuradoras que no hay en toda la provincia. Pero ninguna medida de control sería efectiva si no va acompañada de disposiciones destinadas a reducir los residuos y reciclar todo lo que se puede.
Mientras la ANA no implemente su red de monitoreo y fiscalización, y mientras la vigilancia de los ríos siga desorganizada, no podemos exigir que mejore la calidad del agua. Nuestras autoridades tienen mucha responsabilidad en este control, de lo contrario nos seguiremos envenenando cada vez más.