Ayer lunes 9 a las 3:30 de la madrugada nuevo atentado con explosivos tuvo como objetivo un céntrico establecimiento mayorista de abarrotes, propiedad del comerciante Pelayo Sánchez Obregón.
De acuerdo con las versiones de los vecinos que prefieren mantenerse en el anonimato, la prosperidad de Pelayo Sánchez lo puso en la mira de una banda de extorsionadores.
El flagelo de la inseguridad en la ciudad de Huacho está causando sus primeros estragos que podrían, de continuar así, transformar a Huacho en un nuevo Trujillo. Ayer lunes 9 a las 3:30 de la madrugada un segundo atentado tuvo como objetivo un céntrico establecimiento mayorista de abarrotes, propiedad del comerciante Pelayo Sánchez Obregón.
De acuerdo con las versiones de los vecinos que prefieren mantenerse en el anonimato, la prosperidad de la empresa puso a Pelayo Sánchez en la mira de una banda de extorsionadores que con ese apetito rapaz que los caracteriza, convirtieron al establecimiento comercial en objetivo.
“O pagas, o te atienes a las consecuencias”
En un primer momento, amenazaron con agredirlo si no pagaba la suma de 25 mil nuevos soles, pero Pelayo Sánchez no cedió ante las bravatas.
Su firme actitud hizo que los maleantes rebajaran su monto a 5 mil soles, es decir, la quinta parte de la cantidad inicial.
Pelayo Sánchez cambió de número telefónico y por algunos días se libró de las llamadas de los desconocidos.
Los delincuentes que actúan bajo la sombra, lanzaron un explosivo en la madrugada del lunes 9 contra la fachada del establecimiento comercial de Pelayo Sánchez, causando estragos en la puerta enrollable. Felizmente, no se reportaron pérdidas humanas.
El Departamento Policial de Investigación Criminal y Apoyo a la Justicia (DEPICAJ) de Huacho calificó como “material pirotécnico”.
El otro atentado
En la noche del 16 de diciembre, elementos desconocidos hicieron estallar una “mama rata” bajo el automóvil del hijo del consejero regional Marcial Palomino García Milla, felizmente sin desgracias personales que lamentar.
Los hechos tuvieron lugar a pocos metros del conocido centro educativo privado cuyo promotor es Marcial Palomino e la segunda cuadra de la calle Elcorrobarrutia, ciudad de Huacho, a menos de 300 metros de la comisaría policial de la calle Salaverry.
A consecuencia de la estruendosa explosión que alarmó a todo el vecindario, la carrocería del vehículo sufrió daños en una de las puertas. Felizmente no hubo desgracias personales que lamentar.
El resultado de las investigaciones policiales, si es que las hubo, nunca fue dado a conocer.
Seguridad ciudadana
Empezando por el Presidente de la República, comandante Ollanta Humala Tasso hasta la más novata profesora de un jardín de niños, en la costa central del Perú la seguridad ciudadana es un asunto que da vueltas en las conversaciones debido a que los medios de comunicación, especialmente la televisión basura lo han convertido en atractivo morboso de los telenoticieros.
Cada vez que se produce un asalto a mano armada, guerra entre pandillas juveniles, desalojo de casas y terrenos con matones, ahí está la televisión grabando, acezando, aumentando dramatismo y colocando efectos de sonido para que la teleplatea se sobrecoja de espanto en la tranquilidad del hogar.
El problema es que cada año, la situación se agudiza, se pone peor, en Lima, Callao y las ciudades de Barranca, Huacho, Huaral y Cañete, las más populosas de la región Lima.
De seguir así la situación llegará el momento en que estaremos como en Trujillo los años 2009 y 2010 cuando las bandas criminales se adueñaron de la ciudad para cobrar cupos a todas las empresas urbanas y suburbanas de transporte de pasajeros. Incluso se daban el lujo de colocar calcomanías a las unidades que no se debía cobrar hasta nuevo aviso porque ya habían “arreglado”.
Fue tanta la violencia desatada que generó su propio sepulturero: otras bandas, tan criminales como las primeras, se dedicaron a “chifar” a los malandros. Empezaron por los encargados de las cobranzas, siguieron con los rompedores de parabrisas y el problema se solucionó con catorce delincuentes menos en circulación. En estos momentos en Trujillo nadie habla de los muertos. Ni siquiera los que repudian esa forma primitiva de hacerse justicia.
Huacho no ha llegado a esos extremos porque en comparación a las grandes ciudades del norte, es aún una ciudad pequeña, con apenas sesenta mil habitantes que puede llegar a 130 mil si consideramos los distritos aledaños de Hualmay, Santa María y Huaura y que de acuerdo a las proyecciones formarán con la capital de provincia y sede de región una sola área metropolitana antes del 2030.
En Huacho los problemas son crónicos. Fuerzas del orden que no patrullan la ciudad porque toda la vida les falta gasolina. Falta de principio de autoridad. Efectivos del Serenazgo con remuneraciones atrasadas. Juntas vecinales que solamente aparecen cada vez que un general de la policía visita la ciudad. Microcomercializadores de drogas en las mejores discotecas. Plaza de Armas que a partir de las 11 de la noche se declara territorio lumpen. Plaza Mandamiento y Malecón Rocca convertidos en fumaderos donde algunos jóvenes transitan con la mirada perdida y expresión imbécil.
LA PRIMERA