El primero de octubre servirá para que, quienes ejercemos el periodismo, realicemos una serie de reflexiones sobre nuestro quehacer en el mundo de la información.
Con sesudos comentarios intentaremos demostrar que el Noble Oficio sigue siendo tal y que la vileza aún no ha logrado instituir su dominio, a pesar de que las apariencias quieren así demostrarlo. Convencer a los consumidores de nuestras informaciones, de que, ello no ha sucedido, es una tarea que a muy pocos Comunicadores les quita el sueño. Después de todo, piensan ellos, a la hora de catalogarnos tomaran como referencia al peor periodista, de aquel que convierte el suceso en una mercadería y que la expende como noticia, adornada de espectáculo y, si es sangriento el hecho, mucho mejor; porque éste va agregado como el «moñito» que distrae al obsequiado de la pobreza del regalo que recibe.
La noticia que se consume en estos tiempos de globalización y de grandes avances tecnológicos, es la que tiene una alta dosis de espectacularidad. La necesidad de los Medios de Comunicación de satisfacer la «adicción» de sus consumidores por esta clase de informaciones hace que las privilegien, dejando de lado a las que no contienen este ingrediente. El espectáculo debe de estar sobre todo. Anunciantes y consumidores así lo exigen. Principios, valores, educación, cultura, informaciones que incentiven las ideas e inviten al debate son relegadas a medios de comunicación especializados que, por supuesto, son de circulación restringida, por la poca demanda que tienen dentro de una sociedad conquistada por el espectáculo y la diversión. Una sociedad que considera que más importante es informarse de: si el artista de moda es gay o si tiene una novia que es la esposa del futbolero que se le vio a las 3 de la madrugada saliendo de una discoteca en el día que iba a jugar defendiendo el honor de la Patria a punta de «patadas».
En este contexto los periodistas para ser «exitosos» recurren a todos los medios a su alcance casi sin tomar en cuenta sin son lícitos o no, la cuestión es «elaborar» la nota tratando que salga lo más «apetitosa» posible, pronta, a ser devorada. Los sazonadores son la sangre producto de los accidentes carreteros o el llanto de la niña violada; los asaltos con saldos de muerte o la madre parricida. También es bueno decirlo, es la única forma en que los Medios de comunicación toman en cuenta a los pobres. El ser los principales actores de tantas desventuras es la razón de este «privilegio». Sus necesidades son ignoradas y solo son tomadas en cuenta, después de una desgracia y si ellos pretenden ser escuchados blandiendo sus miserias, la «objetividad» de los medios de comunicación conforman el afiatado coro que interpreta la letra y música de quienes ostentan el poder. Los titulares al unísono dirán: «Los perros del hortelano están contra los intereses de la patria» o «Subversivos hacen peligrar la paz…».
Como conclusión podemos decir que lo morboso, lo obsceno y los antivalores prevalecen, excitando instintos y las bajas pasiones más primitivas, aquellas que aún superviven dentro del ser humano. Ello es lamentable. Y, mucho más, cuando comprobamos que eso entretiene y divierte en la sociedad actual. Esa sociedad ávida de espectáculos, de la cual muchos nos hemos convertido en laboriosos y eficaces proveedores. Bien se merece, este primer día de octubre, un acto de reflexión. Feliz día colegas.
Luís Guerrero Colán
Fuente: Agencia Huaralina de Noticias
agenciahuaralinadenoticias@gmail.com