A la 1:44 p.m., la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel había concluido la lectura de indicios que señalaban a Alejandro Trujillo Ospina como un sicario contratado que ingresó con ayuda de alguien a la casa donde asesinó a la empresaria Myriam Fefer el 15 de agosto de 2006, cuando Eva Bracamonte, una de las acusadas, se desmayó y luego sufrió convulsiones.
“Alguien de la casa evitó que la perrita de la agraviada alertase de la presencia de un extraño en el momento en que se perpetró el hecho”, leía la relatora judicial de la sala cuando todos se dieron cuenta de que Eva se había desvanecido en su sitio.
Cuando recibía atención del personal de la sala y de Liliana Castro Manarelli, Eva comenzó a convulsionar en el piso, lo que obligó su retiro de la sala y la suspensión de la audiencia.
Mientras ocurría todo esto, el asesino confeso, Alejandro Trujillo Ospina, no se movió de su sitio y se quedó sentado, con expresión tranquila, en la sala casi vacía.
A los pocos minutos, Liliana volvió a la sala y se quedó hablando con sus abogados, al igual que el sicario colombiano. Aún no se sabe si se reiniciará la lectura de sentencia.
Aproximadamente a las 2:17 p.m., los jueces volvieron a la sala y reprogramaron la audiencia para continuar con la lectura de sentencia el lunes 15 de octubre. Indicaron que si Eva Bracamonte no puede estar presente ese día, de todas formas se procederá con el acto en su ausencia.
La jueza que preside la sala, Aissa Mendoza, informó preliminarmente que sufrió un cuadro de descompensación por descenso de glucosa y que sería evacuada para ser atendida en un hospital.
EL COMERCIO