Nuestro desconocimiento de la historia nos hace ignorar a seres humanos que debiéramos recordar siempre, porque en forma desinteresada , pletórica de valor y amor por una causa, entregaron sin dudar su vida para que nosotros seamos herederos de una patria libre y soberana que a ellos les costó la vida.
Las huestes realistas cabalgaban por todos los pueblos y senderos, cual lobos hambrientos, sometiendo a la gente con el terror y la muerte, para acallar el deseo de independencia que bullía en los corazones.
Al igual que María Parado de Bellido, una mujer huayopampina colaboraba abiertamente con las fuerzas guerrilleras que transitaban la región andina de Huaral, con la fiebre de la libertad en las venas. Su labor de información y comunicación con estas fuerzas era muy importante para conocer los movimientos del enemigo, pero fue capturada por las tropas de Canterác y hecha prisionera.
Fue atrozmente torturada para delatar a los guerrilleros y conspiradores, pero con mucha valentía soportó el suplicio y de sus labios los españoles no pudieron arrancar nada. Resistió todo con estoicismo y no traicionó a su gente ni a la causa.
Impotentes ante tal muestra de heroicidad, no les quedó otro camino que decretar su muerte y fue condenada al fusilamiento en la Plaza de la Villa de San Agustín.
La mañana del 29 de Setiembre de 1821, sus ojos vieron por última vez la luz del día. Ante el pelotón de fusilamiento levantó con altivez el rostro y gritó a todo pulmón : ¡ Viva el Perú ¡ y su espíritu voló a la Gloria y la inmortalidad.
El General don José de San Martín le confirió el título de “Lancera de la Libertad”, para muestra y orgullo de todos los huaralinos. Para nosotros es un deber cívico perennizar y resaltar su memoria como heroína de la libertad de nuestra patria. Por lo menos una plaza debe llevar su nombre o un monumento recordarnos su inmolación.