Anualmente, el consumo de minerales estratégicos (oro, plata, cobre, piedras preciosas…) aumenta, mayormente para uso en joyería, ya que se consideran opciones de inversión segura ante la inestable situación económica. Las actividades mineras tienen un impacto notable en el paisaje, tanto subterráneas como a cielo abierto: deforestación, superficies de almacenamiento de residuos de roca, vías de acceso y otras construcciones, contaminación de acuíferos con metales pesados y otros agentes químicos, desigualdad social, etc.
El transporte de alguno de los materiales necesarios para el tratamiento de la materia prima supone un riesgo potencial, al tratarse de sustancias muy peligrosas. En 1998, dos toneladas de cianuro de sodio terminaron en un río, tras un accidente del camión que lo transportaba a la mina de oro de Kumtor (Kirguistán), y más de 1000 personas tuvieron que ser hospitalizadas.
su vez, se requieren unas cantidades significativas de energía para procesar la materia prima, cuyo origen principalmente son los combustibles fósiles. Para reducir gastos y dada la permisividad de los países en desarrollo, las compañías mineras ni siquiera tratan de minimizar a largo plazo los impactos ambientales de sus actividades, no invirtiendo en la rehabilitación de áreas contaminadas.
Mina de Bingham Canyon (EE.UU.)
Gracias a sus 4 kilometros de anchura y 1.200 metros de profundidad, esta mina es considerada la más grande del mundo. Su aprovechamiento comenzó en 1863 y hasta ahora se han obtenido más de 15 millones de toneladas de cobre y 700 toneladas de oro, a un ritmo de 50.000 toneladas de material removido diariamente. En esta mina de elevada rentabilidad se necesitan extraer dos toneladas de material para conseguir cinco kilogramos de cobre puro. Para obtenerlo, anualmente se agujerean un millón de metros de barrenas.
Los desechos que se generan en las excavaciones, como pirita y otros minerales sulfurosos, al interactuar con los agentes ambientales liberan metales pesados, sulfatos y ácidos, todos ellos altamente contaminantes.
La extracción minera tiene graves consecuencias medioambientales…
Minas de Mirny (Rusia)
La mina de diamante más grande del mundo se encuentra en Mirny (Siberia), con más de 525 metros de profundidad y 1250 metros de diámetro. Produce el 23% de los diamantes del mundo gracias a su elevado rendimiento: por cada diez toneladas que se extraen de kimberlita, sólo se puede procesar un quilate de diamante, es decir, 200 gramos.
El espacio aéreo sobre ese tremendo agujero está cerrado a los helicópteros porque pueden ser “absorbidos” por las corrientes de aire que fluyen hacia el interior del agujero. Los camiones gigantes Dumpers de 320 toneladas de carga tardan dos horas en llegar al fondo de la mina.
Mina de Berkley (EE.UU.)
Esta mina estuvo en funcionamiento entre los años 1955 y 1982, produciendo oro, plata e ingentes cantidades de cobre. Tras su abandono, la filtración de numerosos manantiales y riachuelos ha hecho que se forme un gran estanque, equivalente a 200.000 piscinas olímpicas (0’9×1’8×0’3 km3), con agua de una gran acidez. Contiene una gran variedad de metales pesados y sustancias químicas peligrosas como el arsénico, el cadmio, el zinc y el ácido sulfúrico, entre otros, lo que le confiere un potencial peligro por los gases tóxicos que se generan y la contaminación de los suelos circundantes, donde sólo los organismos extremófilos pueden proliferar.
La contaminación del agua de acuíferos y ríos es uno de los problemas de la minería…
Mina de Escondida (Chile)
Considerada como la mina de cobre con mayor productividad, 1’2 millones de toneladas métricas en 2008, supone sólo el 9’5 % de la extracción mundial. La falta de estudios de impacto medioambiental en la zona anteriores a la actividad minera hace imposible determinar con exactitud el impacto sobre los ecosistemas aunque según agrupaciones locales, agua residual se está filtrando al mar y contaminando con metales pesados la costa sur de Antofagasta. A su vez, dado que la mina se encuentra en el desierto de Atacama (Chile), una zona extremadamente árida, ha surgido un conflicto con los campesinos locales dada la gran cantidad de agua que requieren los trabajos en la mina.
Mina de Kalgoorlie (Australia)
La mina de oro a cielo abierto más grande del mundo, con 3’5 kilómetros de longitud, 1’5 km de anchura y 360 metros de profundidad, se encuentra en Kalgoorlie (Australia). Produce 30 toneladas de oro anualmente, concluyendo su vida útil en el 2017. En 2004, el gobierno australiano confirmó las alegaciones de las comunidades circundantes por la contaminación de las aguas subterráneas, por las filtraciones de cianuro, de las presas de relaves.
Mina de Grasberg (Papúa Nueva Guinea)
La mina Grasberg está situada en Papúa, en la isla de Nueva Guinea, siendo considerada la mayor mina en producción de oro del mundo y la tercera de cobre. Nueva Guinea es conocida por sus ecosistemas de gran diversidad biológica y especies endémicas, así como por su diversidad étnica (1,5 millones de personas indígenas que hablan más de 250 idiomas diferentes). Sin embargo, se encuentran en peligro ante la explotación de la mina mediante dañinas técnicas mineras donde se amontonan los escombros tóxicos en los sistemas fluviales, con las consiguientes filtraciones de agua y la contaminación de las cuencas.
Referencias:
http://www.grid.unep.ch/product/publication/download/ew_goldmining.en.pdf