La suspensión de las funciones del alcalde Jaime Uribe Ochoa ordenada por el Jurado Nacional de Elecciones ha permitido advertir, una vez más, que los habitantes de Huaral toman escasa importancia sobre las cuestiones políticas locales y están pensando primero en sus propias necesidades, como es el trabajo, la alimentación, la educación y la vivienda. Se puede decir que Huaral es una ciudad apolítica. Es “pacífica” en ese sentido. Aparentemente es “neutral”. Todo lo que pasa, pasa. Aquello, si nos ponemos a cavilar un poquito, demuestra por qué –principalmente– las elecciones municipales no son ganadas por alguien en forma apabullante. En las dos últimas versiones, por lo menos, el triunfo se dio con menos del 20 por ciento. Acá hay un escaso voto comprometido. También hay un enorme bolsón de votos “para cualquiera”.
¿Por qué, entonces, hay momentos de tiempo en que engañosamente se alborota el cotarro? ¿Por qué suceden esas “olas” críticas que parecieran provenir de un tsunami, pero que solamente son de una ventisca? Una respuesta sencilla es que se trata de movimientos aislados pero con gran caja de resonancia que protagonizan algunos personajes que incursionan en la política, ansiando el uso del poder con gran apetito. La caja de resonancia, obviamente, lo constituyen los medios de comunicación cuyos conductores y propietarios se “juegan su partido aparte”. En esta suerte de apasionada contienda “política” se enfrentan los cofrades contra los no adeptos. Pero, ojo a esto: los que ayer fueron sordos hoy son “valientes” y los que ayer zarandeaban hoy están de plácemes. Los tiempos en este deporte no son de 45 y 45 como en el fútbol. Puede durar años, meses, días. Quién sabe. Sencillamente, el que va ganando es porque tiene el viento a su favor. Mañana todo puede cambiar. Aunque también hay quienes mudan de aires por conveniencia.
La salida de Uribe (reitero, es temporal y vuelve si gana la casación) demuestra que esas excitadas críticas de: “han llenado la municipalidad de ‘extranjeros’” como decían durante los periodos que él gobernó, refiriéndose a los funcionarios que no son huaralinos o vecinos de la localidad, es hueca e intencionada frase contra el mandamás “enemigo”. Los rivales de Uribe lo gritaban antes todo el día, hoy se callan pese a que Víctor Bazán –el edil reinante– convocó a una mayoría huachana. Digo convocó sin tener la certeza. Lo reconozco. Parece que, más bien, algún interés poderoso ha colocado a muchos ex funcionarios del gobierno regional capitaneado por Nelson Chui en la comuna huaralina. Ojo que están aprobados diversos proyectos para obras por varios millones de nuevos soles y que deben ejecutarse –el pueblo lo espera– seguramente el 2012. Hasta el promotor de la suspensión –Euclides Gonzales– que “luchaba” contra los foráneos ahora silencia su “noble causa” porque le dieron el puesto de sub gerente de la limpieza pública y de las licencias. Ayayay.
Pero en el nuevo experimento, cuyo norte no se conoce y por lo tanto no se puede predecir qué beneficios o perjuicios traerá para Huaral, hay de arranque tremendos problemas. Traen a una persona para la Gerencia de Administración y resulta que estaba imposibilitado de ejercer cargo público. Vuelven a colocar al anterior funcionario, pese a que –según la web Huaral en Línea– está sentenciado y no puede (y no debe) ocupar función pública. Traen a otra persona para la Gerencia Municipal y a los escasos días renuncia, indicando que una causa principal era la intromisión de personas ajenas a la comuna en su quehacer y en la tarea de otras oficinas, así como el constante “enmendar planas” que Bazán le imponía. Lo dijo en conferencia y el oficialismo no lo ha desmentido.
Este gobierno tiene otras dificultades graves. No cuenta con funcionarios autorizados para firmar cheques y cumplir con los compromisos internos y externos. En estos días, ayer, hoy, al cierre de esta columna (20/12/11) fuentes internas de la municipalidad aseguran que van a pagar en efectivo y después “regularizarán”. Parece que algún funcionario cree que está en un ente privado y seguramente aconsejó aquello a las autoridades. Van a “meter la pata”.
En el Concejo no se han aprobado aún el PIA (Presupuesto Institucional de Apertura) y la Ordenanza para el cobro de Arbitrios el próximo año. Hasta la fecha no se han puesto en manos de los regidores ninguno de los proyectos para su estudio. Quedan ocho días útiles para culminar el año fiscal. Puede ser que en las sesiones extra convocadas para el 22/12 y el 26/12 se cumpla con la ley en ambos casos, sino el Concejo se habrá autoimpuesto una tremenda zancadilla para el próximo año, sobre todo en los servicios públicos; léase: limpieza pública, parques y jardines, serenazgo.
Qué es lo mejor para Huaral, teniendo estas barajas sobre la mesa. Que los concejales conjuguen criterios y apunten a respaldar la gobernabilidad municipal, ayudando al mismo tiempo a encaminar una nueva administración municipal, pero sin dejar que ser los verdaderos fiscalizadores que el pueblo necesita. Lamentablemente, y con esto creo que sólo interpreto el sentir de la gente, la fiscalización real nunca fue ejercida por los regidores en muchos periodos. No hubo ni siquiera atisbos de indagación. Por eso hay tantos indicios de corrupción. Fájense bien los pantalones, señores. Ya es hora. Ah, y de corazón les envío a todos los lectores un gran abrazo por Navidad y por supuesto mis mayores deseos de bonanza en el año venidero.
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* Periodista
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