JOSÉ RAMOS CASAZOLA
En la segunda parte de la novela “Don Quijote de la Mancha”, que según, Jorge Luis Borges y Martha Hildebrandt, es mejor que la primera, en el capitulo VIII pag.614, don Miguel de Cervantes hace decir al Caballero de la Triste Figura lo siguiente: “¡oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo; pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias”.
En el “Hombre Mediocre” José Ingenieros, señala que “la envidia es el acíbar que paladean los impotentes, es el rubor de la mejilla sonoramente abofeteada por la gloria ajena, es el grillete que arrastran los fracasados”
Como la avaricia, la envidia se caracteriza por un deseo insaciable, sin embargo, difieren por dos grandes razones: Primero, la avaricia está más asociada con bienes materiales, mientras que la envidia puede ser más general; segundo, aquellos que cometen el pecado de la envidia desean algo que alguien más tiene, y que perciben que a ellos les hace falta, y a consiguiente desear el mal al prójimo, y sentirse bien con el mal ajeno.
El gran escritor español don Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, más conocido como Francisco de Quevedo decía “La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come”.
El maravilloso Dante Alighieri define a la envidia como «amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros de los suyos».
En la Divina Comedia, en el segundo canto referido al purgatorio, Dante establece siete gradas, en la segunda grada están los envidiosos, el castigo para los envidiosos era el de cerrar sus ojos y coserlos, porque habían recibido placer al ver a otros caer, en dicho canto Dante señala lo siguiente:
La envidia era el pecado que «mira con deseo y repudio la fortuna y riquezas de otros, tomando cualquier oportunidad para quitarles o privarles de su felicidad») Tal como una de las almas envidiosas dice:
“Mi sangre estaba hirviendo con tanta envidia que cuando llegaba a ver a un hombre ser feliz, hubieras podido ver la lividez que me invadía”.
“AL entrar a la terraza de los envidiosos, Dante y Virgilio en un primer momento oyen voces contando historias acerca de la generosidad, la virtud opuesta. Aquí, tal como en las otras terrazas, hay un episodio de la vida de la Virgen María. Además, hay una historia clásica, la amistad de Orestes y Pílades, y Jesús predicando «Ama a tus enemigos.» Las almas de los envidiosos vestían túnicas grises de penitencia, y tenían sus ojos cosidos, recordando la forma en cómo los cetreros cosían los ojos de sus halcones para lograr entrenarlos”.
Es tan baja esta pasión, es tan mezquino e innoble este sentimiento, que sin excepción todas las almas nobles, han escrito sobre ella y creo que es Dante, quien con mayor acierto, ha podido descifrar en su purgatorio imaginario, el lugar que le concierne a los envidiosos y la tortura que le corresponde, por albergar en su espíritu tan execrable pecado.
Este artículo viene a colación, a consecuencia de los comentarios envidiosos vertidos por algunos periodistas de la prensa canalla, respecto al desfile de los periodistas del Centro federado de Periodistas del Perú-Filial Huaral, por la Semana de Huaral. Este hecho, ha permitido ver como la, envidia ha corroído el alma de muchos periodistas, quienes burlándose de sus colegas han querido caricaturizar dicho desempeño cívico, realmente es una pena, espero que reflexionen y aprendan a ver el cometido de sus colegas, con la generosidad que corresponde, sino, es probable que terminen en el purgatorio de Dante, con sus túnicas grises y sus ojos cocidos, como los halcones de los Cetreros.