La suerte del próspero empresario Adolfo Carhuallanqui Porras, o César Cataño Porras, podría cambiar definitivamente en los próximos días. No solo se espera una decisión fiscal en cuanto a su complicado caso de desbalance patimonial, sino que ahora ha aparecido un documento que probaría que, en la década del 80, antes de que se cambiara de nombre, estaba vinculado con el narcotráfico.
Según el primer atestado que elaboró la Policía Antidrogas contra Carhuallanqui en 1982, y que que había desaparecido el año pasado de los archivos de la Corte Superior de Huancayo, los agentes descubrieron indicios de la elaboración de droga en una poza de maceración instalada en la casa que entonces habitaba el hoy dueño de la aerolínea Peruvian Airlines.
“[Está probado] que en el inmueble habitado por Adolfo Carhuallanqui [ubicado en el anexo Auray-Chilca-Huancayo] se elaboró pasta básica de cocaína y que se desenterró detritus [restos de hoja de coca procesada]”, dice el documento policial, revelado hoy por El Comercio.
Asimismo, se indica que él participó en la “producción, transporte y comercialización de diferentes cargas de droga, valorizadas hasta en 10 millones de soles de la época”, y que se encargaba de “obtener la materia prima” para elaborar pasta básica. Según las fuentes del caso, la hoja de coca provenía de la selva ayacuchana y luego se procesaba en la sierra de Huancayo.
Cataño fue denunciado recientemente ante la Fiscalía Provincial de Tacna por lavado de dinero proveniente del tráfico ilícito de drogas. El ahora empresario presenta un desbalance patrimonial de unos US$42 millones. El fiscal tiene un plazo de 15 días para formular denuncia. Durante la reciente campaña electoral, la lideresa del PPC y ex abogada de Cataño, Lourdes Flores, reconoció que su vínculo con él la había afectado políticamente.
El documento difundido hoy fue descubierto por agentes antidrogas en los viejos archivos de la Corte Superior de Huancayo y en la misma Dirandro. Ahí se cuenta que este caso se originó luego de que la Policía interviniera una vivienda en el anexo de Auray, en setiembre de 1982, para detener a personas que se dedicaba al robo de ganado.
Por aquellos años la familia materna y paterna de Carhuallanqui se dedicaba a la venta de carne en el mercado de Huancayo. Los agentes nunca imaginaron que dentro de la casa, cerca a un río, iban a descubrir una poza de maceración.
En los ochenta, Carhuallanqui fue acusado por narcotráfico, y esto derivó en dos procesos judiciales ante la Corte Superior de Huancayo. Fue por ello que pasó a la clandestinidad junto con varios de sus coacusados y nunca volvió a ser visto hasta 1996.
Ese año se supo que Carhuallanqui había cambiado su nombre por el de César Cataño para burlar a la justicia, tal como lo confesó: “Me conocen con el nombre de César Cataño Porras porque no podía trabajar con mi verdadero nombre, por cuanto tenía problemas judiciales por tráfico ilícito de drogas en Huancayo”.