Fe en la humanidad restaurada. Romina Oviedo es una niña de 11 años que vive en una casa de campo ubicada en un área rural de Calamuchita, departamento de la provincia de Córdoba (Argentina). Ella estudiaba en la escuela Leopoldo Lugones, pero todo cambió tras la llegada de la pandemia del covid-19 y la implementación de las clases a distancia vía Internet.
Cuando se decretó la cuarentena a mediados de marzo, tanto ella como sus compañeros de clase dejaron de ir al colegio y se vieron en la obligación de seguir sus estudios desde casa.
La maestra, Sandra Suárez, empezó a dictar clases a distancia, al mismo tiempo que enviaba tareas por WhatsApp. “Les enviaba semanalmente la tarea por whatsapp, y luego ellos me respondían con las actividades completas. Los llamaba para dar devoluciones”, dijo la docente en conversación con el medio Infobae.
“Romina es la primera en establecer el contacto. Soy su maestra desde nivel inicial así que viví de cerca toda su evolución, conozco su varias habilidades: es muy inteligente y resolutiva», agregó.
Lo que ella no imaginaba era sorprenderse cuando, cierto día, escuchó sin querer una conversación entre Romina y su madre. Según dijo, escuchó a la mujer decirle a la niña “dale Romi, que tenemos que volver a casa a preparar el almuerzo”.
Bastante confundida, le preguntó a la pequeña dónde estaba. “Acá en en la cima de la lomita, porque no tengo señal en casa para descargar las actividades”, respondió la menor.
Sandra recuerda que, en un inicio, no le creyó, por lo que pidió que le enviara una foto. Grande fue su sorpresa al ver que Romina había improvisado un pupitre sobre la pirca del monte, en donde puso todos sus útiles.
“Pensé ¡qué compromiso, qué voluntad de progreso! Tanto ella como su madre me podrían haber dicho ‘mira no tenemos acceso’ o ‘no podemos seguir con las tareas por tal o cual razón’, y en estos meses jamás pusieron una excusa. Caminaban tres kilómetros diarios con sol o lluvia”, dijo la maestra bastante emocionada.
Su historia de compromiso se volvió viral en las redes sociales e incluso llegó a la televisión. Su caso, además, emocionó a un grupo de proveedores de Internet independientes, quienes se las arreglaron para llevarle el servicio cerca de su hogar.
Ahora, Romina, además de poder estudiar con agilidad, ya no tiene que caminar todos los días hasta una loma para que tener señal. “Todo es más fácil, puedo llamar por videollamada a Sandra y lo que no sé ahora lo busco en Google, cosa que antes no podía”, dijo la menor.
“Estamos felices con la solidaridad de la gente, nos cambió la vida. Ahora Romi hace la tarea desde la cocina mientras yo me encargo de la casa”, dijo por su parte su madre.