La decisión de Putin de ordenar a sus cazas derribar los aviones norteamericanos que suministren armas y pertrechos de guerra al Estado Islámico y al denominado “Ejército Libre de Siria” ha creado una tensión extrema entre Estados Unidos y Rusia que no se vivía desde la crisis de los misiles en Cuba en 1962.
Para llevar a cabo los ataques contra los aviones de suministros norteamericanos, Putin ha autorizado al Ministerio de Defensa el envío a Siria de 30 cazabombardeos Sukhoi SU-30 de combate aire-aire, que se unirán al medio centenar de aparatos ya desplegados en la base siria de Latakia.
Tan drástica decisión ha sido tomada después de que Moscú comprobase que Estados Unidos suministra en grandes cantidades armamento y pertrechos de guerra a los yihadistas del Estado Islámico y al denominado “Ejército libre de Siria”, brazo armado de la oposición al régimen del presidente Bashar al-Asad.
En apenas dos semanas de bombardeos, la fuerza aérea rusa ha destruido el 40% de las infraestructuras y puestos de mando del Estado Islámico y del Frente Al-Nusra, algo que en año y medio no había logrado Estados Unidos.