Con un aspecto similar a la marihuana y olor a fresa o sandía, el “Spice” se ha convertido en una de las drogas más consumidas por los estadounidenses que subestiman la peligrosidad de la sustancia, vendida en coloridos paquetes.
«Spice» es una droga sintética producida en lugares clandestinos con sustancias químicas compradas por internet e importadas desde China, mezcladas con acetona, saborizantes y hojas secas de damiana (una planta legal que crece en Centroamérica, México y el Caribe).
Según los datos estadounidenses, durante los ocho primeros meses de 2015, los centros de control de intoxicación y envenenamiento de EEUU han recibido más de 5.700 llamadas de urgencia para pedir información sobre cómo actuar ante una sobredosis de «Spice», una cifra superior a la de 2014.
La fabricación de la droga con productos químicos de origen desconocido la convierte en un cóctel molotov altamente peligroso, con olor a frutas y generador de paranoias, pensamientos suicidas y un lastre para la salud, cuyo efecto a largo plazo aún se desconoce.
«El problema es que, al ser una droga sintética, una persona no puede saber cómo va a afectar a su cuerpo. Uno puede tomarlo, estar un tiempo drogado y, de repente, sufrir efectos nefastos al cabo de unos minutos», advirtió Eduardo Chávez, agente de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA).
Y añadió que es tan peligrosa que incluso adictos a otras drogas no se atreven a experimentar con el “Spice”. “He hablado con adictos a la heroína que dicen que prefieren tomar heroína o cristal antes de aventurarse a ver qué puede hacer “spice” a su cuerpo», comentó.
LaRepublica