Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida y herida por un sable sin remache ves llorar la biblia junto a una calefón. (Enrique Santos Discépolo- Tango Cambalache)
Normalmente, las discusiones sobre política o teoría política, no tienen en cuenta la psicología. Si nos preguntamos sobre cuestiones económicas o estadísticas verbi gracia, el producto bruto interno, el ingreso per cápita de un peruano, de un argentino o de un chino, fácilmente encontraremos estadísticas que nos informan al respecto. Pero si nos preguntamos sobre ¿qué clase de persona, es un peruano o un huaralino?, ¿qué es lo que desean respectivamente de la vida? y ¿cuáles son sus motivos de descontento, de esperanza o cuáles son sus temores?, en un palabra que es lo que los hace latir, difícilmente encontraremos los libros, donde consultar sobre dichas inquietudes.
En nuestra política local, que es el fiel reflejo de la inexistencia de institucionalidad democrática en el país, nos encontramos, que las discusiones políticas versan sobre, quien va con quien, cual es la alianza de fulano con zutano o de mengano con perencejo, si el presidente regional va a la reelección o si el alcalde debe ser reelecto, es decir la mediocridad política en su máxima expresión, pero ningún político, o los que fungen de políticos, se ha cuestionado en serio sobre: ¿Que significa ser huaralino?, ¿qué es lo que anhelan los huaralinos? ¿Cuáles son sus sueños, sus esperanzas, sus anhelos, sus miedos, sus decepciones, sus ambiciones o sus frustraciones? Ningún político ha sondeado el alma de los huaralinos, ni siquiera lo ha intentado, todos se han limitado a copiar la vieja y anquilosada forma de hacer política en nuestra provincia.
Bertrand Russell, señala “Si la política ha de hacerse científica, y si el acontecimiento no ha de ser constantemente sorprendente, resulta imperativo que nuestro pensamiento político penetre más profundamente en los resortes de la acción humana”
Ningún candidato a la alcaldía de la provincia de Huaral, ha penetrado profundamente en los resortes de la acción humana, ninguno sabe en este momento, que es lo que desean los huaralinos y cuando hablo de huaralinos, me refiero a todos los que viven y padecen en la provincia, ya sean de nacimiento o de corazón, sin excepción alguna; es por esa razón, que ningún político ha logrado hasta la fecha, sintonizar con el clamor de la población, de tal manera que se convierta en su líder indiscutible, que sepa de verdad, ¿qué es lo que el pueblo quiere? y como consecuencia de ese conocimiento profundo de las entrañas de la ciudadanía, sea capaz de inventar una propuesta audaz, levantar una plataforma política y arrear la bandera de Huaral al frente de sus coterráneos, para tomar el poder y así plasmar y hacer realidad esa promesa de vida libre y feliz para todos su conciudadanos.
Veo con profunda pena, que el debate político (si es que existe debate) se ha empobrecido, para dar paso a un cambalache político, como diría el hermoso tango de Enrique Santos Discépolo, que escuchamos todos los días en el programa del periodista Oswaldo Casazola, en eso se ha convertido la política huaralina, en un gran cambalache, donde no queda ni un resquicio para la autenticidad, para el idealismo, para el romanticismo y compromiso político, sino todo lo contrario, la política se ha convertido en una feria, donde prevalece el dinero, la compra de consciencias, el populismo desmedido, la mentira, la falsedad, la deslealtad y la hipocresía, parafraseando al gran vate argentino “¡hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!, ¡ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!, ¡todo es igual! ¡nada es mejor!, ¡lo mismo un burro que un gran profesor! no hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, cara dura o polizón!”.
Pero no todo está perdido, existen miles de jóvenes, que son la reserva moral de Huaral, que esperan ansiosos que surja un autentica opción de cambio y transformación, que sea capaz de captar el clamor del pueblo y que sepa ofrecerle una propuesta política legitima, autentica, veraz, llena de idealismo y preñada de justicia social, en contraposición al clientelaje político y al mercantilismo que todo lo compra y todo lo vende, en que se ha convertido nuestra política local, de nosotros depende, que las próximas elecciones municipales no sigan siendo un cambalache.