Eran las 7:10 de la noche del lunes 2 de junio, cuando la tranquilidad del kilómetro 61 de la Panamericana Sur fue abruptamente interrumpida por el estruendo de un accidente fatal. Jesús Garcés (21), Martín Cuya (22) y Eduardo López (17) regresaban a casa tras una ardua jornada laboral, a bordo de sus motos lineales. El destino, sin embargo, tenía otros planes.
Según las primeras investigaciones, los tres jóvenes transitaban por la vía en sentido de norte a sur, cuando fueron embestidos por un vehículo que, tras provocar el impacto, huyó sin detenerse a prestar ayuda. La escena fue devastadora: los cuerpos quedaron tendidos en el asfalto, sin signos de vida. La muerte fue instantánea.
La comunidad de Barrio San José, en Chilca, quedó sumida en el dolor. Los tres eran vecinos, amigos, trabajadores. Eduardo, el menor, apenas tenía 17 años. Jesús vestía su ropa azul con reflectores y cargaba la mochila de su trabajo. Las dos motos, una Lifan amarilla (placa 1774-PA) perteneciente a Promotora Génesis S.A.C. y una Sukida negra con rojo (placa 86193-B), registrada a nombre de Enlace Correos S.A., yacían destrozadas junto a ellos.
Familiares llegaron rápidamente al lugar y, entre lágrimas, confirmaron sus identidades. El dolor era palpable, una herida que tardará en cerrar. La policía del sector inició las investigaciones mientras se esperaba la llegada del fiscal de turno para realizar el levantamiento de los cuerpos.
Hoy, Chilca llora la pérdida de tres de sus hijos. Jóvenes con sueños, con vida por delante. Y mientras las autoridades buscan al responsable que huyó cobardemente, una comunidad entera exige justicia.
