Para todos es conocido el lamentable caso de Hideki, internado en la UCI del hospital de Huaral, donde permanece desde hace un mes sin que se pueda solucionar su problema de salud, originado por una presunta negligencia médica.
Ahora en el hospital de Chancay, permanece una madre de familia que sufrió la fractura de una pierna y que no puede ser operada por falta de los materiales que se requieren para tal intervención.
Tal parece que ambas instituciones, ubicadas a escasos 80 kilómetros de la capital, no tienen la capacidad ni los medios para resolver los problemas de salud. Son ejemplos que han llevado a expresar a muchas personas, que con estos hospitales “la vida no vale nada”.
Efectivamente, los hospitales no cuentan con médicos especialistas, no cuentan con los recursos materiales para atender cualquier contingencia médica y por último, ni siquiera cuentan con la interrelación y comunicación con los nosocomios de Lima para poder derivar los casos.
Esta situación es verdaderamente preocupante para toda la ciudadanía, que simplemente concluye en que estos centros de salud no están preparados para atender las urgencias médicas de la población y al parecer tampoco cuentan con las cabezas directrices que busquen las soluciones adecuadas.