El viernes por la noche, el distrito de Chancay se tiñó de sangre al convertirse en escenario de un cobarde asesinato, a manos de un sujeto que no tuvo mejor idea que robarle a una pequeña e indefensa de tan solo 13 años de edad.
La menor llamada Edith, se aferró tan fuerte a su teléfono sin imaginar que aquel cobarde hombre, no solo se llevaría el aparato sino también acabaría con ella.
Aquella triste noche, se apagó la vida de una pequeña que tenía un largo camino por recorrer, sin embargo, el cielo ganó una estrella más para su firmamento.
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Edith, nos imaginamos de ella siendo una pequeña cariñosa con su familia, estudiosa y juguetona, como todos los de su edad , bailando y conversando con sus amigas de colegio más cercanas.
No tenía enemigos, no peleaba con nadie y no se metía en líos, ella no buscó ser asesinada por aquel cruel hombre, solo estuvo en el lugar y a la hora equivocada.
Edith, puede ser tu hija, hermana, sobrina, amiga o vecina, le pudo pasar a cualquier persona que seguramente iba a transitar por aquel lugar, lamentablemente ella fue la víctima de la inseguridad ciudadana que acecha en todas partes.
Ya no estamos seguros ni si quiera a metros de nuestro hogar, la delincuencia se ha apoderado de las calles y las autoridades muchas veces brillan por su ausencia.
Que el caso de Edith, no sea uno más del montón que se quedan sin hacer justicia, que el culpable que le arrebató la vida a la menor, pague y sea juzgado por las autoridades y también por Dios.
Hoy, Chancay y todo Huaral se unen al dolor de la familia de la pequeña Edith, que ese mismo aliento y esa misma indignación, se haga una misma fuerza y se convierta en sed de ¡JUSTICIA!
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