El tema del comercio ambulatorio desnuda la crisis en que vive nuestra sociedad y nuestra ciudad en particular, ya sea porque persiste pese a los esfuerzos por controlarlo, porque es una forma de venta informal que no conviene al comercio formal o porque es una forma se supervivencia de muchas familias, luego de la pandemia.
Funcionarios de fiscalización, de transporte, del serenazgo, acompañados de miembros de la Fiscalía de Prevención del Delito y la PNP, han estado en las calles céntricas de Huaral, realizando operativos de control y por más que lo intentan, el problema no se resuelve.
Se determinó el Complejo del colegio Nuestra Señora del Carmen, como un punto de concentración de los ambulantes. No ha dado resultado, simplemente porque el comerciante ambulante prefiere estar en la calle, por donde transita más gente, pues está seguro que si lo encierran, se restringe la cantidad de personas a las que puede ofrecer su producto.
Hay quienes opinan que solo queda señalarles espacios (calles céntricas, amplias y sin tránsito vehicular) donde puedan desarrollar su actividad, en forma ordenada y respetando los protocolos de seguridad, garantizando así la salubridad de la población. Eso sí, asegurando la fecha de inicio y término de esta concesión.