Alianza Lima era líder del Descentralizado. El reciente triunfo por 1-0 a Deportivo Pucallpa, con gol de Carlos Bustamante, le había permitido ubicarse un punto de ventaja sobre Unión Huaral. Así, como únicos punteros, los dirigidos por Marcos Calderón se subieron al Fokker F-27, un avión alquilado para los viajes de ida y regreso. Un regreso que no se concretó.
El equipo, que había llegado a la selva peruana el 7 de diciembre de 1987 sin inconvenientes, debía aterrizar en Lima un día después, poco después de las 8:00 pm. No se pudo. Ese 8 de diciembre, a las 8:14 pm., el avión de La Marina se precipitó en el mar chalaco de Ventanilla, a solo 10 kilómetros del aeropuerto Jorge Chávez.
Fueron 43 las personas que perdieron la vida en ese fatídico accidente: 16 jugadores, seis miembros del cuerpo técnico, cuatro auxiliares, ocho miembros de la barra, tres árbitros y seis tripulantes. Solo hubo un sobreviviente: el piloto, Edilberto Villar Molina, hoy de paradero desconocido.
La búsqueda fue intensa entre el lunes y el martes, pero nadie más fue hallado con vida. De hecho, durante los siguientes días -llenos de tristeza y desconcierto a nivel nacional-, el océano siguió arrojando algunos de los cuerpos. El último balón que los talentosos ‘potrillos’ -llamados así por su juventud- usaron, fue rescatado y expuesto ante los hinchas.
RPP