Las pruebas rápidas o serológicas confirman si la persona ha tenido el virus anteriormente, mas no son una prueba de diagnóstico. Se realizan tomando una muestra de sangre, que luego es insertada en un dispositivo de prueba; estos test rápidos detectan la presencia de anticuerpos en el organismo creados para combatir el virus entre el tercer y séptimo día de infección.
Es decir, determinan si el organismo se habría estado defendiendo del virus anteriormente, y no para diagnosticar que padece del virus en el momento. Estos test rápidos pueden dar los resultados en cuestión de minutos a horas, aunque en otros países se han logrado en segundos.
Por otro lado, las pruebas moleculares son tests para diagnósticar que la persona está contagiada del virus y en pleno proceso de la enfermedad. Se extrae una muestra de secreciones de la garganta o de la nariz con una torunda nasofaríngea, que es como un hisopo largo.
Luego, el laboratorio efectúa un test de reacción de cadena polimerasa (PCR), que consiste en amplificar fragmentos de ADN y encontrar bacterias y microgérmenes del virus; es decir, localiza el material genético del coronavirus en el paciente. Los resultados tardan días en salir.