Si no es un acto de guerra es lo que, escalofriantemente, más se le acerca. Estados Unidos, por orden del presidente Donald Trump, asesinó en la madrugada del viernes en el aeropuerto de Bagdad al general Qasim Soleimani, el comandante al frente de las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, cerebro de las operaciones militares de Teherán en toda la región y la segunda persona de facto más poderosa en Irán tras el ayatolá Ali Jamenei.
Por más que el mandatario haya insistido este viernes en una breves declaraciones ante la prensa que actuó «para detener una guerra, no para empezarla», haya negado que busque un cambio de régimen en Irán y haya declarado que Soleimani era «el mayor terrorista», lo cierto es que ha asestado un duro golpe a Irán y ha disparado hasta la ebullición las tensiones bilaterales, elevando el espectro de un conflicto en el que Trump había prometido que no se involucraría.
La respuesta de Iran
Jamenei ha prometido una “dura venganza” por la muerte del hombre que fue tan clave en la lucha contra el Estado Islámico como en la extensión de la influencia de Teherán desde en Siria y Líbano hasta en Irak o Yemen. Este mismo viernes Esmail Gha’ani, nombrado por el líder supremo iraní para ponerse frente a las fuerzas de élite Quds, ha lanzado públicamente a los iranís un mensaje cargado de amenaza: “Sean pacientes”, ha dicho. “Pronto verán los cadáveres de estadounidenses en todo Oriente Próximo”.
Los analistas y expertos no dudan de que la respuesta llegará y aunque nadie puede determinar en qué forma, con qué intensidad ni en qué momento domina la tesis de que Teherán replicará con la estrategia que domina: un conflicto asimétrico donde ataques a intereses o aliados regionales o globales de EEUU le favorece más que una guerra tradicional. El Pentágono, en cualquier caso, ha anunciado el envío de unos 3.500 militares a Oriente Próximo como refuerzo ante la volatilidad de la situación y el Departamento de Estado ha urgido a todos los estadounidenses a abandonar “inmediatamente” Irak.
Irak, el escenario
Justamente Irak, hasta hace poco sacudido por las protestas de ciudadanos contra el gobierno y la injerencia iraní, se ha convertido en el teatro de guerra del recrudecido enfrentamiento entre Washington y Teherán. Fue allí donde el 27 de diciembre murió un contratista estadounidense en el ataque lanzado por Brigadas de Hezbolá, una muerte a la que EEUU respondió dos días después atacando en Irak y Siria cinco posiciones de esa milicia chií apoyada por Irán, a lo que siguieron dos días de asedio de las milicias a la embajada estadounidense en Bagdad.
Según el Pentágono, era el general Soleimani quien estuvo detrás de ese asedio. Se le ha acusado también, aunque sin dar detalles, de que estaba “activamente desarrollando planes para atacar a diplomáticos y militares ”. Y esas son las bases de la argumentación, así como responsabilizarle de cientos de militares muertos y miles heridos en la región, con la que primero el Pentágono y luego el propio Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, han tratado de justificar la decisión de asesinarlo lanzando misiles desde un dron del viernes en el aeropuerto de Bagdad. En ese ataque murieron varias personas más, incluyendo el líder miliciano Abu Mehdi al Muhandis y Mohammed Ridh, encargado de comunicaciones de las Fuerzas de Movilización Popular, la organización paramilitar que aglutina a decenas de milicias proiranís.
La acción militar de EEUU tensa también hasta el extremo las ya delicadas relaciones con Irak y desvía el foco de la injerencia iraní en el país hacia la de Washington. El primer ministro, Adel Abdul-Mahdi, ha definido lo ocurrido como un “acto de agresión” y una “violación flagrante de la soberanía iraquí”, así como de las “condiciones para la presencia de fuerzas de EEUU en Irak”, una presencia que componen algo más de 5.000 efectivos y que se va a debatir este sábado en una sesión de emergencia en el parlamento iraquí.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, ha divulgado en su cuenta de Twitter un supuesto vídeo de las celebraciones de los manifestantes iraquíes que acampan desde finales de octubre en el centro de Bagdad. «Los iraquíes bailan en la calle por su libertad. Afortunadamente el general Soleimani ya no está», ha indicado el jefe de la diplomacia.
Iraqis — Iraqis — dancing in the street for freedom; thankful that General Soleimani is no more. pic.twitter.com/huFcae3ap4
— Secretary Pompeo (@SecPompeo) January 3, 2020
Respuesta internacional y nacional
La decisión de Trump, aunque aplaudida por aliados como Israel, ha sido recibida con mucha más cautela o crítica por otros, incluyendo aliados de Irán como Rusia y China. El presidente Vladimir Putin, en una conversación con Emmanuel Macron, ha alertado de que la acción de Trump “puede agravar seriamente la situación en la región” y Moscú ha hablado de “paso temerario”, la misma definición que ha usado el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Javad Zarif, que ha acusado a EEUU de cometer un “acto terrorista”. Y mientras el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, recordaba que “el mundo no se puede permitir otra guerra en el golfo” y aseguraba que los líderes de EEUU y Teherán “deben ejercitar contención máxima”, desde Pekín se ponía mayor responsabilidad en los futuros acontecimientos sobre Washington. “Urgimos a las partes, especialmente EEUU, a mantener la calma y ejercer contención para evitar más escalada de tensiones”, ha dicho un portavoz de exteriores chino.
A nivel nacional, mientras, la decisión de Trump ha sido políticamente recibida según líneas partidistas. Desde el Partido Republicano el aplauso ha sido prácticamente unánime pero desde el Partido Demócrata se ha cuestionado que no informara al Congreso ni recibiera su autorización y se alerta sobre el riesgo de llevar al país a una guerra, aunque el repetido mensaje de Pompeo en sus conversaciones con líderes mundiales este viernes ha sido que “EEUU sigue comprometido con la de escalada”.
FUENTE: Elperiodico.com
.
.