Los padres cuyos niños iniciarán en marzo, por primera vez la etapa escolar, deben prepararlos a fin de que los menores tengan más confianza en sí mismos, recomendó el psiquiatra de niños y adolescentes Vargas Murga.
“La forma en que el menor reaccione el primer día de clases dependerá de sus características personales y de sus experiencias previas”, indicó Vargas , director adjunto del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Instituto de Gestión de Servicios de Salud (IGSS).
El especialista manifestó que “el primer día de clases es un evento histórico para el niño, una etapa nueva a la que se enfrentará, por lo que puede reaccionar con escenas de llanto desesperado o berrinche, haciendo que los padres no sepan cómo actuar y tengan sentimientos de culpa”. Agregó que estas reacciones suelen durar alrededor de una semana, hasta la etapa de adaptación.
El psiquiatra recomendó que, para facilitar la adecuación del pequeño a la escuela, los padres deberán familiarizarlo con dicho lugar. “Es importante que conozca, previamente, el colegio donde estudiará, explicarle que es un lugar de confianza donde tendrá nuevos amigos y estará al cuidado de los profesores, quienes le enseñarán a leer y escribir”.
“También pueden contarle sobre las cosas nuevas que aprenderá, hacerle partícipe de la compra de sus útiles escolares y compartir con él cómo fue la experiencia del primer día de clases de los padres”, subrayó Vargas, director adjunto del INSM.
Agregó que si el menor llora el primer día es importante que los padres puedan consolarlo, abrazarlo, darle tranquilidad y participar del proceso de acompañamiento con una separación gradual hasta que el niño se adapte.
Si el pequeño no logra aclimatarse y sigue llorando por más de siete días, se debe buscar ayuda profesional porque podría presentar un cuadro de ansiedad por separación, un problema de salud mental que se caracteriza por el miedo intenso que presenta el menor al quedarse solo, siéndole muy difícil acoplarse al colegio e interrelacionarse con personas desconocidas, pues piensa que algo malo le puede pasar si no está con sus padres.
“Incluso puede quejarse de dolores estomacales, náuseas, vómitos y dolores de cabeza que desaparecen cuando vuelve a ver a sus padres”, indicó.
El trastorno de ansiedad por separación generalmente empieza entre los 7 y 9 años de edad y es una de las principales razones por la que los menores son llevados a la consulta médica. Tiene una prevalencia de vida de un 4 por ciento, es decir, esa proporción de niños o niñas lo sufrirá durante su infancia.