Rafael Santa Cruz, gestor cultural, músico e impulsor del cajón nos deja a temprana edad. Hoy se realizará un homenaje en el Museo de la Nación
Los ritmos son del hombre como el escenario es al músico. Quienes vieron la presentación de Rafael Santa Cruz con su agrupación Erku Étnico en la Feria del Hogar no se imaginaron, como muchos, que sería el último concierto de este peruano afrodescendiente, de naturaleza percusionista, hábil en el zapateo, músico inconmensurable, destacado actor, amigo, padre de familia y principal promotor a nivel internacional y nacional del cajón afroperuano en el mundo.
Esta noticia nos vuelve a enlutar este año. Primero nos quedamos sin la voz de Pepe Vásquez, luego lo acompañarían las cuerdas de Oscar Avilés y ahora el maestro del cajón peruano Rafael Santa Cruz que nos dejó en la madrugada de lunes, de improviso, y mientras descansaba en su casa. Fue un ataque cardiaco, así lo confirmó su hermano Octavio Santa Cruz en una llamada telefónica de una radio local.
A través de las redes sociales, amigos y músicos manifestaron su pesar por la partida inesperada de Rafael que en una década hizo por el cajón -bien cultural peruano más conocido en el mundo-, “mucho más de lo que hizo el Estado peruano en 100 años”, como escribe en su cuenta de Facebook el director del Instituto de Etnomusicología PUCP, Raúl Renato Romero.
Como “un incansable soldado de la cultura” lo califica el cantautor Pelo Madueño sobre todo “en estos momentos en los que la industria del entretenimiento va reemplazándola poco a poco”. Pelo hace referencia a la promoción de los contenidos “educativos” que debiera existir en los medios, y seguido manifiesta un deseo que comparten quienes conocieron a Rafael Santa Cruz: “ojalá el trabajo que deja otros lo continúen y desarrollen con la misma responsabilidad y entrega que él tuvo”.
Otro sensible mensaje fue la del compositor, músico y cantante GianMarco que finaliza diciendo: “Nuestro amor se va contigo negro lindo, donde quiera que estés…”. Y Eva Ayllón, reconocida cantante dijo en Twitter: «Lamento desde el fondo de mi corazón la partida de nuestro Rafael Santa Cruz. Descansa en paz amigo querido. Negro bello».
La alcaldesa de Lima, Susana Villarán, diría junto a una fotografía donde Santa Cruz le obsequia un cajón copn el símbolo del colibrí de las líneas de Nazca: “Nos acabamos de enterar. Rafael Santa Cruz ha fallecido esta madrugada. Ayer estaba tocando cajón en la Feria del Hogar. Hace muy poco lo hicimos en la Plaza de Armas, con miles de cajones. Estoy muerta de pena”.
La Madera, la mano y Santa Cruz
Dejó en claro su habilidad en este instrumento. “Una caja de madera con un orificio de salida. Así de simple”, diría en una entrevista, pero que ejecutado por él expone, pero no resume, toda una cultura afroperuana. Rafael hizo bailar hasta el más torpe y al que padece de doble pie izquierdo, a ese, lo mueve en su sitio. Ser heredero del apellido Santa Cruz gestó en él una profesión y como buen percutor defendió y difundió los ritmos negros del Perú.
Rafael y Octavio Santa Cruz Castillo son hijos de Rafael Santa Cruz, «La Maravilla Negra del toreo», que 1948 ganó el Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, y además sobrinos que crecieron cerca de la inteligencia y la razón del decimista y estudioso de la cultura afroperuana Nicomedes Santa Cruz y de la compositora, coreógrafa y diseñadora Victoria Santa Cruz, quienes tuvieron la responsabilidad innata de investigar y reconstruir la imagen de lo que denominaron como el folclore afroperuano.
Allá por los años ochenta junto a su hermano Octavio y con obvias influencias formaron el grupo Los Hermanos Santa Cruz & Afroperú, que les otorgó un éxito inminente llevándolos por el Perú y el extranjero. Grabaron tres discos y un cuarto disco recopilatorio de sus éxitos. Como solista tuvo a Lima a su ritmo que también llevó por Inglaterra, Italia, Republica Dominicana, EEUU, Brasil, Ecuador, España, Puerto Rico, entre otros países.
En el 2001 enseñó en la Escuela de Música de la Facultad de Artes Contemporáneas de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y en el 2000 fue profesor de cajón del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En el 2008 promueve el Festival Internacional del Cajón Peruano al año siguiente organizó la Gran Cajoneada más grande del mundo que quedó registrada en el libro de Récords Guinness. La lista es larga el recuerdo es eterno.
El pasado 10 de febrero los sobrinos de Nicomedes Santa Cruz, Rafael y Octavio Santa Cruz celebraron los 50 años del primer trabajo fonográfico que registraba las canciones, décimas y poemas, de uno de los artistas peruanos del siglo XX.
El último concierto
Se hizo conocido un video donde aparece Rafael presentando a los integrantes de Erku Étnico como parte final del show y con un breve pero contunden festejo; bromea con ellos, y su sonrisa no presagia ninguna fatalidad, ninguna pena o panalivio, pregón o muerte resbalosa, saña o guadaña, socavón o panteón. Coge su cajita, la maniobra es sencilla: golpeas con un mazo al costado de la caja y, a la vez, con la otra mano golpea la tapa abriéndola y cerrándola. El cantante empieza: “cómo cantan cómo bailan los negros, cómo cantan cómo bailan así”, y en otra parte de la canción dice: “este ritmo que llevo en la sangre, es negro como tú y como yo”, y ese es el mensaje que deja Rafael Santa Cruz, él no ha muerto desde el momento que escuchaste o bailaste su ritmo. Pero ya lo dijo Nicomedes en un decima: Llegas al que no te espera, huyes del que te reclama, ríes del pobre que clama: ¡Muerte, si otra muerte hubiera…!
En el día del Arte Negro, 12 de agosto, en la provincia de Cañete, se hará un merecido homenaje a quien fuera promotor del cajón peruano.