El Perú tiene el extraño privilegio de tener una diversidad de frutas de buena calidad: mangos, peras, manzanas, uvas, etc., todas de un solo nombre. Frutas anunciadas en los mercados con el mismo timbre de voz.
Muchas de ellas están haciendo un gran esfuerzo por ubicarse en el mercado internacional, siguiendo el ejemplo de una fruta recordada, la única que tenía apellido: la naranja Huando, aquella que no tenía pepa.
Esta fruta -que fue una de las exquisiteces en la mesa de los peruanos- hoy está en vía de extinción. Se produce en muy poca proporción en lo que fue la hacienda Huando, lugar de donde tomó el nombre. La famosa naranja ya casi forma parte del recuerdo. Veamos por qué.
La hacienda Huando fue de propiedad de la familia Graña Elizalde, quienes plantaron dentro de las 1.450 hectáreas la variedad de naranja washington navel, que no tenía pepa; sin embargo, la procedencia de su producción hizo que la población peruana olvidara su nombre formal para bautizarla como naranja Huando.
Esta variedad fue sembrada desde aproximadamente inicios del siglo pasado e hizo que la hacienda fuera reconocida tanto localmente como en el extranjero. La producción de Huando era enviada a Estados Unidos, Canadá y a algunos países de Europa, lo que representaba un orgullo para la zona y para el país en la primera mitad del siglo XX.
La naranja Huando incluso recibió el homenaje popular al ser incluida dentro del sinnúmero de motes que creaba la criollada local. Decir que alguien se parecía a una naranja Huando, era sostener que «no tenía pepa». Una crueldad que solo la entienden los peruanos.
La producción de Huando alcanzó pleno esplendor hacia mediados del siglo pasado. Sin embargo, la reforma agraria en 1969 detuvo este crecimiento. Fue un corte directo a la yugular: las tierras de la hacienda fueron tomadas por los trabajadores a través de la Cooperativa Agraria de Producción Huando, que agrupó a cerca de 500 personas.
La exportación continuó por algunos años más; no obstante, progresivamente los cooperativistas fueron perdiendo los mercados externos ganados con anterioridad.
No se trataba de una fruta barata. Los que hayan ido al mercado de niños podrán recordar que era una fruta premium, intensamente anaranjada, de textura única y de una marca en su piel cual tatuaje que denotaba su linaje. Así de simple.
Ya en los años 90 los productores indicaban que esta variedad requería de cuidados únicos, de fertilizantes caros, que la producción era casi insostenible. Así es que en Huando se empezó a ensayar la producción de mandarinas matzuma (sin pepa) y a estas también se las bautizó como mandarinas Huando para aprovechar la fama de una marca que tomó más de medio siglo en construir, pero el camino hacia el fracaso ya estaba escrito.
En 1992 la Cooperativa Agraria de Producción Huando decidió su disolución. Luego de intensos debates al interior de esta organización se procedió a la parcelación de los terrenos. Una parte de los cooperativistas apostó por la formación de la Empresa Agroindustrial Huando (Emagrín Huando), con la idea de explotar esta marca exitosa, pero el destino a veces es cruel y paradójico.
Las naranjas Huando dejaron de producirse a gran escala en Huaral, porque los naranjos comenzaron a ser atacados por el ‘virus de la tristeza’ (plaga que debilita a los árboles y que origina producciones escasas). Los productores tuvieron que cambiar a la producción de mandarinas y otros productos. Así, cientos de naranjos tuvieron que ser sacrificados para acabar con la tristeza (así, de raíz) y que las tierras pudieran producir fresas, espárragos y paltas.
Los especialistas agroindustriales indican que no hay forma de revertir el ingreso de este virus. Hoy la variedad washington navel (o naranja Huando) ya no se exporta porque no resulta rentable y es imposible competir con Sudáfrica que tiene menores costos de producción. Hoy el Perú exporta tangelo, y las mandarinas satsuma y w. murcott.
Las actuales ‘naranjas huando’ que circulan en el mercado local son producidas en Ica, Chincha y en la zona alta de Huacho.
Por su parte, algunos parceleros en Huando siguen luchando por sacar adelante nuevos productos. La tarea es dura.
La empresa Emagrín Huando fue liquidada ya hace algunos años. Unos inversionistas adquirieron la mayoría de acciones y transfirieron las tierras a la empresa agrícola Santa Patricia. Así, el ciclo de las naranjas deHuando se acabó. (El Comercio.pe)