Como si la tragedia de las polvorientas calles no fuera suficiente para nuestro sufrido Huaral, la noche de ayer, víspera del día central del XXXVIII Aniversario Provincial, el corazón de la ciudad, la Plaza de Armas, se convirtió en escenario de un incalificable “chupódromo” y “festipichi”, que hizo recordar un acontecimiento similar del pasado.
Muchos de los asistentes, vecinos de la ciudad, tuvieron que salir despavoridos del lugar, al iniciarse una bronca descomunal y desmanes, perpetrados por gente en avanzado estado etílico.
Al parecer, la causa fue el incumplimiento de la presentación de artistas que estuvieron anticipadamente publicitados. Esto habría ocasionado la condenable protesta de parroquianos en estado de embriaguez, que sin respetar nada ni a nadie, convirtieron la plaza en un vendaval de botellas, que por cierto pusieron en riesgo la vida de muchas personas.
El vecindario circundante a la plaza se quejó también por la conversión del emblemático lugar en una letrina pública, donde los beodos dejaron sus húmedas y mal olientes huellas por todas partes, a falta de suficientes baños portátiles. Ellos culparon al alcalde y a sus funcionarios por este desorden.
Como resultado de este caos, la plaza de armas de nuestro querido Huaral, que las autoridades edilicias deben cuidar y cautelar, quedó convertida en un dantesco escenario.