En las alturas del distrito cajamarquina de Oxamarca, se levantan cruzando la eterna niebla las chullpas de Chocta, una fortaleza preínca construida por la cultura Chachapoyas.
Ubicado a más de tres mil metros de altura, este es uno de los centros preíncas más importantes de la región y fue descubierto por Julio C. Tello en 1937 luego de un largo viaje exploratorio. Lamentablemente, a pesar de su belleza –y de ser uno de los destinos favoritos de los amantes del trekking–, se encuentra abandonado.
Las chullpas o torreones que se construyeron en lo alto de la montaña son pequeñas edificaciones verticales, de hasta tres pisos, armadas cuidadosamente sobre la base de lajas y piedra caliza. Todas presentan un techo de dos aguas, cornisas, hornacinas y pequeñas puertas y ventanas para el ingreso.
El valor arqueológico de las ruinas de Chocta radica en su triple función como fortaleza, santuario y cementerio. Investigadores locales aseguran que sigue el modelo de construcción del Gran Pajatén, localizado en la región vecina de Amazonas.
Su ubicación resulta estratégica, pues está en el punto de más difícil acceso por el occidente, si acaso pudiera producirse un conflicto tribal con los caxamarcas, que también se asentaron en la zona.
Para el estudioso Moisés Chávez Velásquez, aún es una incógnita cómo la capital pudo abastecerse de agua. “Es posible que la recogían de las quebradas y desde ahí la trasladaban hasta la fortaleza”. Los antiguos pobladores de Celendín no se daban por vencidos ante las fuerzas de la naturaleza y solo así la dominaron, señala Chávez.
Uno de los enemigos de la fortaleza es la vegetación que creció en las rendijas de las piedras, que a la larga termina debilitando las lajas y le hace perder su pétrea estructura.
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