Con la llegada de Internet y ahora los nuevos celulares, muchas de las costumbres y formas de actuar se transformaron. Aquellos chicos que solían a asediar a otros compañeros de colegio tienen un nuevo aliado, pero que puede ser mucho más peligroso: en este caso, los golpes no son visibles a la vista. O por lo menos, hasta cuando ya es demasiado tarde, el año pasado murieron por lo menos tres escolares en nuestro País, producto del llamado Bullying.
El ciberbullying son las agresiones cometidas a través de chats, redes sociales, blogs, correo electrónico y hasta por celular. Las consecuencias de este tipo de ataque en los niños o adolescentes pueden ir desde la depresión, hasta la fobia y la ansiedad. Además de los problemas en la adaptación escolar, la autoestima dañada y un bajo rendimiento en la escuela.
El acoso puede ir desde, dejar comentarios ofensivos en Facebook, crear perfiles falsos para denigrar a una persona, robar contraseñas para secuestrar perfiles, subir videos y fotos ofensivas y difamar cruelmente al otro.
Las referencias a sus vidas privadas, muchas veces cargadas de discriminación, lleva a los chicos en los casos más extremos, hasta el suicidio.
Por ello dese Aprosec proponemos la creación de un Observatorio de Redes Sociales
El marco legal frente a este nuevo fenómeno no esta aun muy bien estudiado, ya esta incorporó al Código Penal delitos informáticos como difusión de pornografía infantil, violación, apoderamiento y desvío de comunicación electrónica, intercepción o captación de comunicaciones y fraude informático, no coincide específicamente con los casos de ciberbullying.
Pero lo más delicado del tema reside en que, en la mayoría de los casos, los autores son menores de edad.
“Cuando el hostigamiento lo comete un menor queda generalmente impune, por las reglas de la edad para ser imputable penalmente. Esto exige trabajar sobre otros métodos de control social distintos al Derecho Penal. Especialmente el trabajo con padres y maestros, que requiere un firme compromiso de combatir estas conductas”.
¿Cómo ayudar a los chicos?.
Para los padres es muy difícil enfrentar el fenómeno. Primero porque muchas veces desconocen las consecuencias de las ciber-amenazas o porque simplemente, nunca se informaron debidamente acerca de las redes sociales a las que sus hijos acceden.
Decálogo para las víctimas:.
1- Pide ayuda de inmediato.
2- Nunca respondas a las provocaciones.
3- No hagas presunciones.
4- Evitar aquellos lugares donde eres asediado.
5- Cuanto más se sepa de ti, más vulnerable eres, cuida tu información sensible
6- Guarda las pruebas de tu acoso.
7- Comunica a quienes te acosan que lo que están haciendo te molesta.
8- Notificarles que lo que te están haciendo es penado por la Ley.
9- Deja constancia que se estás dispuesto a presentar una denuncia.
10- Toma medidas legales.
La tendencia al acoso escolar es prácticamente histórica y mundial. Psicopedagogos, maestros y sociólogos realizaron diversos estudios y a lo largo de la historia buscaron alguna solución, ya sea con recomendaciones o metodologías para combatir este tipo de conductas.
Resulta indispensable que los padres se acerquen a sus hijos. Que hablen sobre el tema, que se informen, que se asesoren, que se vuelquen a la utilización de estas nuevas tecnologías y que no le pierdan el rastro del uso de sus hijos en Internet. Muchos aconsejan que busquen el nombre de sus propios hijos en Google, y ante la menor duda de notar algún tipo de acoso, consulten a un experto.
“El hombre ha creado con Internet una herramienta fabulosa para el desarrollo, educación y creatividad de la sociedad, pero como un arma de fuego, o un automóvil, pueden servir para causar daño, incluso la muerte. Deben usarse con cuidado y responsabilidad, no hay que demonizar la herramienta, hay que enseñar los riesgos”.
Lo más importante a tener en cuenta es que hay que tener en claro que quienes cometen este tipo de acoso, cometen un delito. Los adultos deben tomar conciencia que esta nueva forma de amedrentamiento virtual es, para aquellos que nacieron en la era de Internet, tan dolorosa como en la vida real
Atentamente,
CESAR ORTIZ