José Ramos Casazola
Soy un crítico acérrimo y un opositor implacable de la gestión municipal, del actual alcalde Víctor Bazán Rodríguez, por que considero que su mandato esta lleno de escándalos y actos de corrupción, sin embargo ello no es óbice, para que sienta vergüenza ajena por la conducta vergonzosa e ignominiosa del ex Gerente Municipal, el tristemente célebre Juan José valencia Rincón y su siamés el inefable Luis Alberto Llacsa Camargo.
Estos dos personajes dignos de una novela de Frank Kafka (por lo absurdo de su comportamiento) convocaron a una conferencia de prensa en la ciudad de Huaral, dizque para aclarar y elucidar todo lo relacionado con el proceso de licitación de los 9 millones, anulado por el actual alcalde.
Cuando los vi en su camioneta doble cabina, bien enternados a pesar de los 30 grados bajo sombra, pensé hasta que punto el cinismo y la inverecundia de estos dos sujetos, les hace perder el sentido de la realidad y la proporcionalidad, olvidando que los huaralinos estamos plenamente conscientes de su comportamiento errático y de la forma corrupta como han actuado, uno en calidad de Gerente Municipal y el otro en calidad de asesor de alcaldía de la Municipalidad de Huaral.
Juan José Valencia Rincón sabe perfectamente, que el tema de fondo es, que los 9 millones que se han licitado para el asfaltado de la calles de Huaral, se les ha ido de las manos, ellos habían hecho caja durante todo el año 2011, ya tenían todo el proceso amarrado, las bases direccionadas, y por supuesto el postor elegido, hasta que la resolución del Jurado, les aguo la fiesta y se volvieron locos conjuntamente con su jefe el Dr. Jaime Uribe, tenían toda la torta a su disposición, pero Dios es justo, de alguna manera tenían que pagar todo el mal que habían hecho y esta vez el pan se les quemo en la puerta del honor, se quedaron con la miel en los labios.
El actual alcalde, con quien no comulgo, tomó la decisión de anular dicho proceso de selección, por que obviamente ya esta direccionado, pero no lo hizo tampoco por amor a Huaral, sino por que ellos también ya tienen su grupo de poder económico, que también esta detrás de esta torta; Víctor Bazán sabe, que si n o acelera esta licitación también él y su grupo económico se podrían quedar con los crespos hecho, si para desgracia de todos los huaralinos regresara Jaime Uribe.
La conferencia del Dr. Valencia resultó patética, desproporcionada, inútil y sin fundamento ,quiere hacernos creer, que el proceso de aprobación de bases, puede efectuarse sin la debida resolución de alcaldía que delega el poder, argumentando chapuceramente, que basta con una directiva del 2007, eso es totalmente falso, el Reglamento de Contrataciones del Estado establece que la aprobación de las bases corresponde al titular del pliego, quien podrá delegar su representación a otro funcionario, siempre y cuando lo haga de forma expresa, en tal sentido la directiva que norma el procedimiento para la adquisición de bienes y servicios en la Municipalidad, no puede de ninguna manera exonerar, al alcalde de la delegación expresa del poder, es decir de acuerdo a ley, cada vez que se aprueban, las bases de un proceso de selección el alcalde, si lo considera pertinente, debe delegar su representación en forma expresa, a través de una resolución de Alcaldía.
Valencia piensa que los huaralinos somos cholitos, que se nos pasea el alma, la directiva no puede suplantar la delegación expresa del poder, de lo que se infiere que mi colombroño Juan José Valencia, se arrogó una representación que no tenía y por lo tanto dicha aprobación es nula y como consecuencia de ello todo el proceso se cae.
¿Que pasará con los nueve millones?, esa es la pregunta del millón, espero que la codicia y las ansias de poder, no sigan obnubilando la consciencia de quienes tienen el poder y se acuerden que todo es pasajero, que todo es efímero y que Huaral demanda de sus funcionarios mayor transparencia en uso de los recurso municipales
En cuanto a Valencia y Llacsa, más caraduras que ellos, nadie, la verdad que estos dos personajes, no tienen sangre en la cara, por esa razón, ya permanecen para siempre, en el museo eterno de la putrefacción moral.