El último viaje a Europa de Ollanta lo debe haber dejado mareado. Ha vuelto al país pensando que todavía está en Suiza, pues de otra forma no se explica la absurda decisión de seguir adelante con el cambio de agenda para los feriados declarados este año. Decretar dos días de fiesta sin razón en un país como el nuestro demuestra una frivolidad incomprensible. Países del primer mundo con gobiernos conservadores, como Francia o España (con serias crisis económicas), no se podrían permitir la licencia de parar el aparato estatal para “disfrutar” de dos días de vacaciones pagadas con los impuestos que todos aportamos.
Mala señal de Ollanta, pues, decretar 48 horas de asueto para el sector público, a fin de celebrar el día de la amistad, tiene un tufillo populista y un costo enorme para el Perú. Esto, sumado a sus últimas improvisaciones, los blindajes políticos a sus partidarios y la suma de denuncias de corrupción en lo que va de su gestión vuelven a levantar la pregunta de ¿cuál es el verdadero Humala?, si es que hay alguno.
Con feriados no se sale de la pobreza. El Perú necesita trabajar porque a más trabajo, más desarrollo y a más desarrollo mayor bienestar para el pueblo con oportunidades para todos. ¿O es que el Gobierno piensa que el 90% de trabajadores que ganan sueldos de miseria se van a ir de paseo, incrementando así el turismo interno? Obviamente que no. Por lo tanto, las preguntas que debemos hacer son: Sr. Humala, ¿cuánto le cuesta al Perú parar dos días? ¿Quién paga esa factura?
Fuente: Mochiladejaime.blogspot.com