Juan Jose Ramos Casazola
Mientras releía el poema “Gonzales Videla el Traidor de Chile” del Canto General de Pablo Neruda, (“De Crepusculario” a “Las Uvas y el viento “Canto General Pág. 625 obras completas tomo I Editorial. Instituto Cervantes) me sorprendieron mucho estos versos, por que me daba la impresión, que hubiesen sido escrito ahora poco, para el Perú de Alan García o para el Huaral de Jaime Uribe, quiero compartirlos con ustedes carísimos lectores, para que aquellos que traicionan al pueblo, sepan que tarde o temprano su nombre figurará en el álbum de los felones, al lado de Judas Iscariote, el traidor por antonomasia.
Es Gonzales Videla la rata que sacude
su pelambrera llena de estiércol y de sangre
sobre la tierra mía que vendió. Cada día
saca de sus bolsillos las monedas robadas
y piensa si mañana venderá territorio o sangre.
Todo lo ha traicionado.
Subió como una rata a los hombros del pueblo
y desde allí royendo la bandera sagrada
de mi país, ondula su cola roedora
diciendo al hacendado, el extranjero, dueño
del subsuelo de Chile: “Bebed toda la sangre
de este pueblo, yo soy el mayordomo
de los suplicios”.
Triste clown, miserable
mezcla de mono y rata, cuyo rabo
peinan en Wall Street con pomada de oro,
no pasarán los días sin que caigas del árbol
y seas el montón de inmundicia evidente
que el transeúnte evita pisar en las esquinas!
Así ha sído. La traición fue Gobierno de Chile.
Un traidor ha dejado su nombre en nuestra
historia.
Judas enarbolando dientes de calavera
vendió a mi hermano,
dio veneno a mi patria,
fundó Pisagua, demolió nuestra estrella,
escupió los colores de una bandera pura.
Gabriel Gonzáles Videla. Aquí dejo su nombre,
para que cuando el tiempo haya borrado
la ignominia, cuando mi patria limpie
su rostro iluminado por el trigo y la nieve,
más tarde, los que aquí busquen la herencia
que en estas líneas dejo como una brasa verde,
hallen también el nombre del traídos que trajera
la copia de agonía que rechazó mi pueblo.
Mi pueblo, pueblo mío levanta tu destino!
Rompe la cárcel, abre los muros que te cierran!
Aplasta el paso torvo de la rata que manda
desde el palacio, sube tus lanzas a la aurora,
y en lo más alto deja que tu estrella iracunda
fulgure, iluminando los caminos de América.