Por: Ubaldo Tejada Guerrero.
El 6 de julio, encierra más que homenajes de un solo día, es reflexionar sobre el rol fundamental del maestro en una postergada revolución educativa, que tiene mas un siglo de historia, de testimonios, balances y perspectivas, de una larga lucha que no acaba en el siglo XXI en el Perú.
El 6 de julio es para lo maestros el recuerdo de la coronación desde las bases, en su “I Congreso Unificado” del Cusco en 1972, donde 600 delegados acordaron crear el SUTEP, organización sindical que cumple 39 años con Horacio Zeballos, su líder histórico, luchando junto al pueblo peruano, ocupando en 1993 una maestra de La Libertad: Soledad Lozano Costa, la secretaría general, en camino a construir cimientos firmes de una nueva República de cara al siglo XXI.
La situación de la educación peruana actual no ha mejorado, ha profundizado su crisis, por el olvido de que el elemento básico e ineludible, es la escuela pública en la educación moderna.
Para levantar un proyecto de reforma educativa democrática y patriótica, requerimos un nuevo espíritu docente; el ejercicio responsable de la enseñanza; el compromiso real de los maestros con la formación de la conciencia democrática y patriótica de la niñez y la juventud; la formación de las nuevas generaciones por una sociedad justa, el amor a la patria y lo nuestro, la honradez, la laboriosidad, la libertad y la dignidad, valores diferentes a los que promueve el neoliberalismo y su reforma educativa sólo “meritocrática”.
Creemos como educadores, que es posible y necesario desarrollar un trabajo curricular y metodológico, dentro y fuera del aula, de contenido democrático, que incentive la investigación, la participación de los estudiantes y la comunidad, advirtiendo que este ejercicio contribuye, pero no determina, en avance en la lucha por una nueva educación. Es un instrumento valioso porque pone en movimiento las energías colectivas y puede generar mayor cohesión para levantar un proyecto educativo nacional desde las bases, con los maestros y la sociedad civil organizada.
La explicación de sucesivos gobiernos sobre la crisis de a educación a partir de la situación de los maestros, de los índices de ausentismo, deserción y repetición escolar, de analfabetismo y semi analfabetismo, de desarticulación del sistema, del desfase entre escuela y el mercado laboral, del calendario escolar y su duración en el Perú, de la ausencia de tal o cual materia en el contenido curricular; es una explicación que confunde causas con resultados de la crisis educativa. Los índices educativos sirven para ver carencias en tal o cual ámbito del sistema o en el proceso de aprendizaje, pero no para trazarse un modelo renovado, un sistema coherente e integral de la educación.
Las recetas del Banco Mundial, en el Perú para la educación han empeorado la calidad del servicio a nivel nacional e internacional, donde no menos de un millón y medio de niños y jóvenes en edad escolar están fuera de la escuela (ausentismo), de cada 100 alumnos matriculados, 10 se retiran como promedio durante el año (deserción) y repiten 8 de cada 100; son índices históricos de los últimos 25 años en el Perú.
El Perú es el único país del mundo donde el negocio, formal e informal, lícito o ilícito, con la educación, merece la protección del Estado; y donde el peso de la educación privada universitaria ha crecido, cubriendo aproximadamente el 75% de los establecimientos.
En cuanto al salario de los maestros; sólo recordar que en 1975 fue el único año que hubo coincidencia entre la remuneración total y real de un maestro de escuela pública (10,600 soles), cuando el costo de la canasta básica familiar era de 15, 004 soles, hoy en el 2011 un maestro gana un promedio de 1,200 nuevos soles nominales, pero reales son 500 nuevos soles para una canasta básica familiar de 2,400 nuevos soles.
El Secretario Nacional actual de SUTEP, René Ramírez Puerta con motivo del día del maestro ha declarado: “Loa maestros, persistiremos en hacer respetar nuestra ley, persistiremos en masificar la exigencia del 30% por preparación de clases, la ley nos franquea recursos legales como mecanismos de presión social. El escenario político avizora atención a justas demandas, el escenario legal sonríe a los trabajadores. Ahora más que nunca requerimos unidad, organización, fortalecimiento, convicción, porfía y tenacidad pues nuestra lucha es justa y nada nos debe asustar”