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Chancayanos y el hundimiento de la Covadonga

El 13 de septiembre se recuerda el hundimiento de la goleta chilena Covadonga en el puerto de Chancay, siendo este el logro más significativo de la Ingeniería Militar, en momentos que ya no se contaba con una escuadra efectiva para hundir a los buques enemigos.

El bloqueo de Chancay: Desde el inicio de la guerra, varios pobladores del puerto de Chancay se habían enrolado en el Ejército de Reserva que se formaba en Lima. Cuando se inició el bloqueo del Callao el 10 de abril de 1880, el puerto de Chancay sirvió de punto para el contrabando de armas y el paso de fuerzas del ejército para Lima. En esa época, Chancay se comunicaba por telégrafo con Lima y contaba con una estación del ferrocarril Lima – Huacho.

El puerto de Chancay, a pesar de la guerra, vivía en relativa tranquilidad hasta el 11 de junio de 1880. Chile decidió extender el bloqueo de la costa peruana y el 11 de junio se inició el bloqueo de Chancay por la cañonera Pilcomayo (buque peruano que fue capturado por el blindado Blanco Encalada el 18 de noviembre de 1879, puesto luego al servicio de Chile con armamento moderno), al mando del capitán de corbeta Luis Uribe, para impedir el tráfico del ferrocarril Chancay era un puerto indefenso, pero esto no impidió que los chilenos lo bombardearan para impedir el transporte terrestre. Es el historiador chileno Vicuña Mackenna el que nos narra los esporádicos bombardeos de la Pilcomayo:»…la Pilcomayo disparó el 23 de junio cuatro tiros sobre una recua de mulas, sin causar el menor daño ni a los arrieros ni a las acémilas. El 1º de julio igual número de disparos y la misma impunidad. El 3 de julio 25 tiros y ninguna avería. El 4 de julio se hizo fuego a la playa con ametralladora, pero con resultado negativo. El 14 de julio 11 tiros sobre el cerro de Peraloillo; más el cerro quedó inmutable, y no mojó sus rocas azotadas por las olas ni una sola gota de sangre peruana, ni siquiera de cuadrúpedo» .

El 1° de septiembre, la Pilcomayo es relevada por la Covadonga, al mando del capitán de fragata Manuel J. Orella, en el bloqueo de Chancay. El 9 de septiembre, Orella deja el mando de la Covadonga al capitán de corbeta Pablo de Ferrari.

El torpedo que hundió a la Covadonga: El ingeniero Manuel Cuadros, el mismo que fabricó el torpedo que hundió al crucero Loa en el Callao, fue el responsable de fabricar el torpedo que hundiría a la Covadonga en Chancay, en colaboración con Constantino Negreiros.

El historiador naval Francisco Yábar, uno de los que más ha investigado el tema, sugiere que el torpedo tenía una carga explosiva de 350 Kg de dinamita , colocada dentro de la estructura de un elegante bote, pintado de blanco y con chumaceras de bronce.


El teniente 2° Decio Oyague recibió el encargo de colocar el torpedo en Chancay para volar el buque que bloqueaba ese puerto. Oyague viajó con el torpedo por tren a Ancón y de ahí, en un bote a remo llegó a Chancay el 9 de septiembre, acompañado del capitán Ezequiel del Campo, Jefe la Sección de Torpedos.

El último día de la Covadonga: En la mañana del 13 de septiembre de 1880, la Covadonga se dedicaba a cañonear al puerto. Tras haber disparado 22 tiros, 4 de ellos sobre el muelle y el resto sobre dos embarcaciones (algunos tiros cayeron sobre la población, aunque sin causar daños), llegando a hundir una lancha de la Casa Grace.

El capitán Ferrari ordenó al aspirante don Melitón Guajardo se dirigiese con el calafate José María Avila a reconocer al bote. No encontrando estos nada sospechoso a su bordo lo trajeron al costado de la goleta para izarlo. Esto se hizo a pesar de que el contralmirante Galvarino Riveros, Comandante en Jefe de la escuadra chilena, había ordenado el 7 de julio que no se reconociese ninguna embarcación sin permiso previo de la nave de la insignia, y el 23 de julio, que no se permitiera acercarse a la amura de los barcos de la escuadra a menos de mil metros ninguna embarcación menor, cualquiera que fuese su bandera, a fin de evitar toda celada. Alrededor de las 15:15 se procedió a levantarla del agua y estalló el artefacto explosivo, que un marinero sobreviviente comparaba al estallido de cuarenta cañonazos a un tiempo, hundiéndose la Covadonga en dos minutos.

En el único bote que se salvó de la explosión, lograron salvarse 29 personas, 12 de los cuales eran oficiales y el resto marineros. De las tripulación murieron 66 hombres y quedaron prisioneros en Chancay, 46 hombres . Entre los muertos estaba el propio capitán Ferrari. El armamento que tenía la Covadonga y se perdió en su totalidad era: 2 cañones de avancarga de a 70 libras, un cañón de retrocarga de a 70 libras, 3 cañones de avancarga de a 9 libras, 1 ametralladora francesa, 50 rifles Comblain, 35 sables, 11 hachas, 12 puñales corvos, 12 revólveres, 160 bombas de a 70 de cañón de retrocarga, 60 bombas de a 70 de cañón de avancarga, 40 balas rasas para cañón de avancarga y otros pertrechos más.

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