“Es un tipo capaz de matar a su madre y no sentir remordimientos. En ningún sanatorio podrán retenerlo por mucho tiempo…”, advirtió ayer el oficial Iván Eugenio Véliz, quien el 2006 participó en la captura del llamado ‘apóstol de la muerte’ Pedro Pablo Nakada Ludeña, responsable de 25 homicidios perpetrados en la provincia limeña de Huaral.
El mayor asesino en serie de la historia policial peruana dejará en unos días el penal de Carquín y será confinado en un centro psiquiátrico de San Juan de Lurigancho.
Peligro social
La medida dispuesta por la Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Huaura atenta contra la seguridad ciudadana y deja abierta la posibilidad de que el peligroso sujeto desate otra matanza en la capital, señalaron mortificados voceros de la Policía Nacional.
El 9 de mayo del 2008 Nakara Ludeña fue sentenciado a 35 años de prisión efectiva, tras ser hallado culpable de las muertes de 20 personas que, según él, eran homosexuales, drogadictos, alcohólicos y delincuentes.
Obviamente mintió. Entre sus víctimas figuran los profesores Nazario Tamariz Pérez (24) y Didier Zapata Dulanto (26), así como la quinceañera María Tolentino Pajuelo. En los tres casos el móvil fue el robo.
A los docentes les sustrajo dinero y teléfonos celulares, mientras que a la menor la despojó de su bicicleta.
Mal recurso
El viernes último la Corte de Apelaciones declaró fundado un recurso presentado por Carlos Yábar Palomino, abogado del criminal, y dispuso la nulidad de la sentencia por considerar inimputable al procesado.
Los magistrados afirman que Nakada Ludeña padece “esquizofrenia paranoide”. Por ello ordenan su excarcelación para que sea internado en un centro de salud mental.
“Si las cárceles no son seguras, menos lo son los hospitales. Se fugará”, dijo convencido un agente.
Sepa usted
Protesta de madre. Eugenia Toledo, madre de Walter Tarazona Toledo, una de las víctimas del asesino, deploró la resolución judicial que ordena su excarcelación. “Con esos jueces nadie está a salvo. Solo un loco fallaría así”, se quejó.