A Elena, de 14 años, no le pareció mala idea trabajar tras salir del colegio para conseguir dinero. Lo que no imaginó fue que terminaría prostituyéndose en una casa de citas en Huánuco. Sus padres tuvieron que rescatarla de una banda de traficantes que la había captado en su hogar, en Huaral.
Solo el año pasado, el Ministerio Público registró 228 denuncias por trata de personas en el país. La mayoría se dio en Madre de Dios, Lima, Cusco, Puno y Loreto. Lo más preocupante es que de las 396 víctimas reportadas por este delito, el 65.3% tiene entre seis y 17 años.
EXPLOTADOS. Para la coordinadora del tema de trata de personas de la Fiscalía de la Nación, Miluzca Romero, los niños y los adolescentes siguen siendo la población más fácil de captar por las mafias porque se encuentran desprotegidos. La fiscal señala que, pese a las labores de prevención del Estado, es necesario informar a los menores de la gravedad del problema.
El fin principal de las bandas dedicadas al tráfico de personas es la explotación sexual. Según cifras del Ministerio Público, el 50.4% de víctimas fue obligado a brindar servicios sexuales en prostíbulos o en casas de citas. “Las chicas son llevadas a servir como damas de compañía en bares y en clubes nocturnos”, indicó la fiscal.
En su mayoría, los adolescentes son captados por los traficantes a través de falsas propuestas de trabajo. Para la especialista de la ONG Acción Por los Niños, Yolanda Llanos, los delincuentes se aprovechan de la condición económica de los menores y del fácil acceso que hay en algunas zonas para contactarlos.
“Los traficantes ofrecen a los padres ocuparse de la educación de sus hijos, y estos terminan entregándolos”, agrega. Llanos asegura que urge una política que proteja a los menores para que no sean tratados como “objetos de mercancía’.
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