El servir de muñeco de ventrílocuo hace que, algunos de los escogidos para defender la necesidad de perpetuarse en el cargo que tiene Nelson Chui Mejía, caigan en el ridículo de no saber lo que están diciendo, mejor dicho, repitiendo de quien o quienes que, por escasez de valentía y sobredosis de ambiciones de poder, no son capaces de expresar, por ellos mismos, los epítetos que han sido elaborados minuciosamente, con la finalidad de desmerecer al contendor electoral.
Por ello el resultado es que, quienes no tienen un pensamiento propio, como los muñecos utilizados en el arte de la ventriloquia, toman una falsa vida propia, que responde a la manipulación de quienes necesitan encandilar – en el caso que tratamos – a los electores para que caigan rendidos ante el deslumbre de supuestas capacidades y principios éticos y morales cumplidos a cabalidad, a pesar de que el hedor de corrupción e incapacidad se olfatea en los alrededores de sus gobiernos, sean estos regionales o locales, y que son difíciles de ser disimulados; por lo que se valen de todo aquel que esté dispuesto a mover los labios por ellos y, en ese intento, encuentran a más de un incauto dispuesto a servirles de caja de resonancia. En algunos casos no solo es por candidez, sino a cambio de una cuota económica o de poder.
Así que, en este panorama político producto de la necesidad de una segunda vuelta electoral, escuchamos veleidosos e insostenibles argumentos acompañados de adjetivos insultantes contra el competidor de don Nelson Chui Mejía de parte de quienes han tomado el encargo de intentar que se emperne en el cargo de presidente regional, por cuatro años más.
El show electoral está montado y, quienes actúan en el, repiten diligentemente lo que su manipulador (empleador) hace que digan y, en cuanto, no tienen un discurso coherente que emitir, los muñecos comienzan a navegar en un mar de incoherencias que ya parecen locuras.
Mientras tanto, el electorado tendrá que escoger entre un Toro enamorado de la Sede o un becerrito obsesionado con la Teta del Poder, ante la falta de propuestas viables que permita elegir al candidato más conveniente para que logre, de una vez por todas, la integración y desarrollo de la Región Lima.
Sería bueno empezar a preguntarse: ¿Qué es peor, el enamoramiento por la sede o la obsesión por el poder? Por supuesto, en la tarea de encontrar la respuesta no debemos tomar en cuenta las “opiniones” de quienes callaron en todos los idiomas para facilitar la reelección de Jaime Uribe Ochoa a la alcaldía de Huaral, mientras, jugaban a ser sus adversarios políticos para no despertar sospechas.