Fallar un gol es algo que le puede pasar a cualquiera. Además, es habitual que en todos los partidos se produzcan este tipo de errores que forman parte de la salsa del fútbol. Hasta aquí todo normal.
Lo que nadie puede entender es cómo un jugador puede fallar un gol cantado, a escasos centímetros de la línea de gol. Esto es justo lo que le ocurrió a Kei Kamara, futbolista de los Wizards de Kansas durante un partido de la Major League Soccer ante los Galaxy de Los Ángeles.
Transcurrían los primeros minutos del partido cuando un futbolista de los Wizards estrellaba un balón en el poste y cuyo rechazo recogía su compañero Kamara, quien en el momento de empujar a gol, se resbalaba e introducía el balón en las redes… ¡pero con su brazo y no con el pie! El linier avisó al colegiado y éste invalidó la acción. La incredulidad de sus compañeros iba creciendo por momentos.
Fue entonces cuando el futbolista de Sierra Leona quiso morirse, avergonzado por tan descomunal fallo e intentó reclamar al árbitro que diera validez a su gol ilegal, quizá consciente de que su pifia estaba entrando en la historia del deporte rey como el peor fallo de todos los tiempos.
Tras la lamentable acción de Kamara sus compañeros corrieron a consolar al pobre africano que estaba abatido. Algunos, incluso tras el partido, aún seguían dándole vueltas a la acción. Así, el defensa de los Wizards Berhalter, afirmaba que «no había visto un fallo semejante en toda su vida».
El de Kamara ha pasado a engrosar la deshonrosa lista de los peores fallos de la historia junto a otros míticos como los de Cardeñosa, Julio Salinas o Loco Abreu, entre otros. Su error forma ya parte de la intrahistoria de este apasionante deporte.