Somos un país altamente sísmico, eso lo sabemos desde que tenemos uso de razón, y los últimos sismos ocurridos en Haití y sobretodo en Chile hizo que algunos teman lo peor y vaticinen un sismo en nuestro país, sobre todo cuando el señor presidente anunció la puesta en marcha de un programa preventivo de sismos en todo el país, y que además se contratará a cientos de ingenieros que se sumen a los profesionales que ya trabajan para el estado, para hacer una revisión rápida de las zonas urbanas más críticas y con riesgo de derrumbes.
Pero como lo dijimos al inicio todos somos conscientes del peligro que representa el suelo donde estamos parados y a lo largo de los años existieron recomendaciones y reglamentos para poder construir edificaciones resistentes a que sismos las traigan abajo, por ejemplo en un artículo del año 1940 el Ing. Ricardo Valencia hace unas observaciones de las edificaciones colapsadas en el terremoto de mayo del mismo año que tuvo como epicentro el mar Chancayano:
[…]La inobservancia de estos preceptos fundamentales ha sido la causa de los accidentes y desperfectos sufridos por los edificios del área afectada por el fenómeno del 24 de mayo y tiene su origen en:
– Las exigencias de los propietarios para reducir al mínimo el costo de sus construcciones […] dando la preferencia a la propuesta más baja […].
– La indiferencia de los poderes públicos, que han permitido una disminución indebida en la calidad de la construcción.
– La inconciencia de muchos ingenieros que han pasado requisitos fundamentales de una buena construcción […] para poder entrar en competencia con los contratistas ignorantes o inescrupulosos en igualdad de condiciones.
Podemos observar que hace 70 años se hacían observaciones sobre la calidad de la construcción en el país y de cómo la calidad está directamente relacionada al colapso y/o deterioro de una edificación durante un sismo, pero sin embargo ahora en el año 2010 pareciera que nadie ha dicho nada nunca al respecto, sobre todo cuando vemos que esos puntos observados por el Ing. Valencia en el año 1940 son vigentes en la actualidad.
El propietario, el costo y el constructor
El sueño de la casa propia es para muchas personas un objetivo trazado a largo o mediano plazo para lo cual se invierte mucho esfuerzo y tiempo, sin embargo muchas veces al momento de plasmar la inversión no se realiza de la mejor manera ya sea por ignorancia, mal asesoramiento y/o querer gastar el mínimo de dinero.
Un profesional me sale caro…
Existe la errada idea de decir que contratar a un ingeniero o a un arquitecto les resultaría carísimo por ello prefieren invertir solamente en un “maestro de obra experimentado” que en base a una distribución dibujada por un improvisado diseñador construye una vivienda que sale más cara debido a:
– Mala distribución de ambientes ocasionando luego demoliciones para realizar ampliaciones o por mal funcionamiento de la vivienda.
– Exceso de material, ya que al no haber calculo estructural se sobredimensionan las vigas y/o columnas utilizando mas acero y cemento del que se debe incrementando el costo (existe una proporción entre acero y concreto para el adecuado funcionamiento del elemento estructural).
– Déficit de material, ya que al no haber una supervisión profesional el constructor puede usar menos material del necesario, produciéndose luego rajaduras y/o imposibilitando construir los pisos pensados originalmente, para lo cual se tiene que demoler y/o reforzar la estructura generando más gastos al propietario.
Sin mencionar que dicha construcción no contará con calidad arquitectónica ni valor estético, disminuyendo el valor de venta de la edificación, haciendo evidente que el costo elevado de la informalidad compensa el invertir en un profesional que garantice una buena construcción, cabe mencionar que la seguridad que cualquier persona pueda tener dentro de su vivienda no tiene precio y el supuesto ahorro le podría costar más caro de lo que se pensó.
El maestro de obra experimentado…
Muchas personas confían su vida no sólo a los médicos sino también al constructor de su vivienda sin pensarlo de esa manera, por ello no buscan a un profesional y sólo buscan a un maestro de obra experimentado, pero no todos son verdaderamente experimentados porque muchos de estos maestros de obra han aprendido de otros maestros de obra o de malos profesionales que les enseñaron a construir mal, pero cuando se lo mencionas, sólo responden: he hecho esto toda mi vida, y quieren evitar aceptar que toda su vida construyeron mal.
Pero con esto no queremos decir que todos los maestros de obra y/o albañiles son malos, existen buenos pero tienen sus limitaciones, por ello es importante la participación de un profesional si no es en la dirección de la construcción por lo menos en la supervisión, quien pueda hacer las observaciones pertinentes en el proceso constructivo y ayude a subsanarlas.
La indiferencia de los poderes públicos
Al ser parte de una civilización implícitamente aceptamos obedecer ciertas reglas que regulen nuestras acciones y estas reglas no siempre iban a ser inspiradas por nosotros, por ende a algunas reglas, normas o leyes las consideramos absurdas para nuestro razonamiento y por ende no las cumplimos, haciendo cómplice al mismo estado quien no supervisa el cumplimiento de las mismas.
La Municipalidad…
El cómplice más cercano de la informalidad en la construcción aunque es el ente encargado de regular el crecimiento urbano y supervisar las obras que se realizan en su jurisdicción, pero al no ejercer su función deja las puertas abiertas a la informalidad que a la vez aprovechan, claramente el artículo 92 de la ley orgánica de municipalidades dice:
Toda obra de construcción, reconstrucción, conservación, refacción o modificación de inmueble, sea pública o privada, requiere una la licencia de construcción, expedida por la municipalidad provincial.
Pero sin embargo se hacen los ciegos llegando al extremo de ser las mismas autoridades quienes pasan por encima de su propia reglamentación.
La legislación actual…
Por otro lado existe a nivel nacional un sinnúmero de normas que reglamentan la construcción en el país de donde sobresale el Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE) y varias leyes que la apoyan como el caso de la ley 27157 que ha sido derogada en parte, porque para la ineficiente administración pública y algunos profesionales, propietarios y constructores que veían menguados sus intereses económicos, les parecía demasiada engorrosa, en el sentido de que el trámite de un expediente podía estancarse debido a la lentitud de trabajo del área encargada de dicho trámite o porque el proyecto estaba mal hecho, pero sin embargo se atacó a la ley y no a los verdaderos responsables de las trabas en cada caso.
La ley que actualmente está en vigencia es la ley 29090, la cual permite otorgar licencias de construcción de forma automática en algunos casos, bastando solo presentar el expediente, llenar unos formularios y la firma de un profesional, la ley le ordena a la municipalidad supervisar luego la construcción pero en realidad es un saludo a la bandera.
Los malos profesionales
Es ampliamente conocido que existen profesionales que firman proyectos como si fueran autógrafos, sin ser estos revisados y sin que cumplan las condiciones mínimas de habitabilidad y menos aún la garantía de que puedan resistir sismos.
A pesar de que las leyes son leyes y deben de cumplirse en un estado de derecho no siempre estas leyes son las más adecuadas y que la solución verdadera no es cambiar la ley por completo llevándola al extremo, es por ello que tanto el colegio de arquitectos como el colegio de ingenieros, se manifestaron en contra de la ley 29090, ya que pone en peligro las nuevas edificaciones en un territorio altamente sísmico.
Pero igual las palabras de prevención se las lleva el viento y cuando un terremoto se trae abajo muchas viviendas en otros países o en el nuestro, recién surgen iluminados creyendo ser los salvadores del desastre, ¿y qué pasará con Huaral si hay un terremoto? ¿Nos pondremos a llorar porque la municipalidad no hizo las debidas supervisiones a las construcciones? ¿Nos pondremos a llorar porque la municipalidad permitió la habilitación urbana en lugares con riesgo de desastres natural? Pues creo que llorar sobre la leche derramada no ayudará, hay que vivir el presente y ser conscientes de nuestros actos, ser más responsables en nuestras acciones y no preferir el “ahorro” en lugar de una edificación segura por otro lado exigir a nuestras autoridades el cumplir sus funciones y erradicar del gobierno local a los incapaces que hacen nada por el bienestar de nuestra querida provincia de Huaral.
Luis Ramos Ostos
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Coro del colegio de ingenieros protestando contra la ley 29090