Unas 50.000 personas murieron y 250 mil resultaron heridas en el terremoto de 7 grados que asoló Haití el martes pasado, informó el ministro haitiano de Salud, Alex Larsen.
Según las primeras estimaciones de la Dirección de Protección Civil, entre 750.000 y un millón de personas quedaron sin vivienda, señaló en conferencia de prensa Larsen, quien consideró prioritario la recolección de cadáveres para evitar las epidemias.
Se trata de las primeras cifras aportadas por el Gobierno haitiano desde el devastador sismo, que según organismos internacionales afectó a tres millones de personas, una tercera parte de la población del país más pobre de América.
El ministro indicó que el Gobierno ya estableció los ejes prioritarios de intervención frente a la tragedia: la salud pública, la ayuda humanitaria, los albergues provisionales, la logística para proveer agua y saneamiento, así como la reconstrucción.
Desde la Dirección Central de la Policía Judicial, Larsen destacó la importancia de retirar de las vías públicas los cadáveres en descomposición para evitar las epidemias.
Además, hizo un llamado a todo el personal médico, en particular a los miembros de la Salud Pública, para que vuelvan a sus lugares de trabajo para atender a los miles de heridos tras el movimiento telúrico.
Los lesionados en el terremoto del pasado martes en Haití están muriendo en los hospitales, que están completamente desbordados, por falta de auxilio, de medicamentos y hasta de comida, según constató Efe.
«Los que no se mueren por sus heridas, se mueren de hambre», denunció hoy en declaraciones a Efe el director del Hospital General, Guy Laroche. «Aquí hace tres días que no llega ni un gramo de ayuda exterior», recalcó.
«He visto morir a heridos que tenían que ser amputados, entre gritos desgarradores, sin poder hacer nada por no tener ni material de amputación ni sangre para transfusiones», dijo Genevieve Reynold Savain, propietaria de la clínica privada CDTI, en el barrio de Sacré Coeur.
Pero el caso más trágico es el del Hospital General, público, el mayor de la capital, con 2.000 cadáveres en sus instalaciones y un número de heridos «que ya no puedo ni contar», indicó Laroche.