Estamos de acuerdo en reorganizar y fidelizar la educación para que nadie nos saque la vuelta. Nunca más funcionarios que arañan el poder político y judicial para romper el matrimonio educativo que todos debemos fortalecer. Solo los funcionarios mediocres se entornillan en el cargo, a pesar que la familia educativa ya no los quiere.
Por tanto, la declaratoria de reorganización y estado de emergencia de la educación emprendida por el Gobierno Regional de Lima se justifica por el ángulo que se le mire. El prefijo re, hay que aplicarlo en todas las instituciones deficientes y burocráticas del sector para mejorar su competitividad, calidad y modernización en el servicio público.
Para iniciar un proceso de reorganización hay que tener el respaldo político, jurídico y económico-financiero para ejecutarlo, caso contrario, es un intento más con resolución y acuerdo en la administración regional. Todo proceso de reorganización requiere un plan con objetivos, metas y logros que se espera alcanzar. Ello implica tener una línea de base, una línea de partida, para luego avanzar a construir la visión a donde se quiere llegar, porque cuando no se apunta a nada, nunca se impacta en nada.
La mejor semilla de la visión educativa es el conocimiento profundo de la realidad, para lo cual se requiere construir indicadores, porque tampoco se puede evaluar el proceso de reorganización si no hay indicadores o medidas de evaluación. Muchas veces fracasan los planes de reorganización, porque se hacen sin contar con planes estratégicos. Así fracasó la declaratoria de emergencia de la educación nacional el año 2003, y hasta ahora no pasa nada, porque ni el gobierno de Alejandro Toledo supo qué hacer con el paciente educativo, menos el de ahora que habla mucho, pero igual el paciente educativo está en agonía.
Reorganización no es solo evaluación, selección y racionalización del personal. Esto solo es una parte de la reorganización. Implica también una revisión y cumplimiento de todas las normas, reglamentos y manuales del sector. Implica evaluar procesos, sistemas y programas educativos, para el cual, se requiere constituir una junta de médicos y ver que recetario y operación imponer. ¿El gobierno regional tendrá facultad y competencia para hacerlo? Dudo que lo pueda hacer con un simple acuerdo de reorganización y declaratoria de emergencia de la Educación en el GRL, cuando muchas veces no se tiene siquiera competencia ni autoridad administrativa para cesar a directores, que sin ética profesional se refugian en el Poder Judicial y en el poder político para seguir ostentando el cargo de confianza.
Para el éxito de la reorganización se requiere un matrimonio masivo de toda la comunidad educativa y que nadie saque la vuelta con pérdida de resoluciones, tarjetazos y amparos judiciales. Hay que fortalecer la fidelidad por la calidad y la modernización de la Educación. Las leyes, por principio y doctrina, deben estar al servicio y al logro del bienestar del hombre, en este caso de los niños y jóvenes de la región y del país.
FIDELIDAD MATRIMONIAL EDUCATIVA
Desde mi punto de vista hay que celebrar varios matrimonios en el sistema educativo. El primer matrimonio educativo es entre el gobierno central y el gobierno regional, luego el matrimonio entre el gobierno regional y el Poder Judicial para que ambos busquen tener hijos sanos y fuertes, que son los alumnos de la región Lima. Mi evaluación del sistema educativo es que estamos muy divorciados, incluso en la misma familia regional: cuando por un lado camina la gerencia social y por otro la Dirección Regional de Educación que no se ponen de acuerdo siquiera para implementar el Proyecto Educativo Regional (PER).
Igual, necesitamos enlaces nupciales entre el conocimiento científico y filosófico, donde la razón y la verdad prime sobre las opiniones, pareceres o suposiciones. El maestro debe enseñar solamente lo que le consta y se compruebe con la realidad de la investigación. El matrimonio entre educación y la tecnología de la información en las comunicaciones. El matrimonio entre los contenidos y las necesidades de la región y el país, y por supuesto necesitamos un matrimonio más firme entre alumnos y maestras.
Siendo el meollo de mayor relevancia en la educación regional, vemos curiosamente que esta parte se encuentra resquebrajada en un grave divorcio, que aleja los objetivos y la visión que se debe construir con pasión y eficiencia en los estamentos del sistema educativo. Hay que planificar una educación ligada a solucionar los problemas de la sociedad, comprometida con el desarrollo y el bienestar general, lo que hoy algunos especialistas hablan de una educación más productiva y humana. El Maestro de Galilea, Moisés y Aristóteles enseñaron siempre con el ejemplo y la acción.
¿Para qué sirve una educación si no es para producir o hacer algo útil para la familia y la sociedad? ¿Alguien estudia e investiga para seguir siendo analfabeto o guardar bajo siete llaves sus conocimientos? Está sobreentendido y claro que la instrucción que se imparte en estas reparticiones es para enseñar a transformar o producir algo. Esta es la razón de ser de una institución educativa y, la que no lo hace, simplemente deja de ser centro de aprendizaje, y el educando, deja de ser sujeto de formación.
Muchos centros de formación académica se frenaron y convirtieron en prédica improductiva, desligada de la dinámica laboral que exige el proceso productivo de cambios en los últimos tiempos. Es decir, no avanzaron con la rapidez que lo hicieron con la ciencia y la tecnología. Los informáticos, físicos y biólogos hicieron cosas inverosímiles, pero todavía a muchos maestros de nuestra generación les sigue temblando la mano para hacer clic a la computadora. Todos sabemos que la generación electrónica no es una cuestión de edad, sino de voluntad para dominar las claves del sistema que se vive en estos tiempos de incertidumbre e intranquilidad global.
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Escribe: Néstor Roque Solís (*)
(*) Consultor y ensayista en temas educativos
Presidente del Instituto IGDC en el Perú